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viernes, 30 de octubre de 2015

Conflicto armado y paz en los últimos 50 años.


¿Conocer la historia u ocultarla?

Darío Acevedo, profesor universitario, y León Valencia, analista, politólogo y autor colombiano, presentaron las exposiciones acerca del conflicto armado y la paz en Colombia durante los últimos 50 años, dentro de la segunda sesión del curso de historia de Obra Semana sobre conflicto armado y procesos de paz. La jornada fue estructurada para presentar el debate entre dos posiciones ideológicas sobre el tema y sus respectivas metodologías para abordarlo (o para no hacerlo).

El profesor Acevedo envió un escrito previo a la sesión titulado “La chispa que no encendió la pradera”, fechado en noviembre de 2014. En el documento se desconocen las causas objetivas de la violencia, es decir los factores sociales, económicos y políticos que la ocasionaron y que diversos estudios y autores han planteado a lo largo de los últimos cincuenta años; explica entonces el origen del conflicto armado del siglo XX, como un resultado exclusivo de la influencia del movimiento comunista mundial y de la revolución cubana. A la pregunta de qué había sucedido en Marquetalia, en su contexto social, económico y político, el profesor Acevedo se limitó a responder que allí había un líder del partido comunista conocido como “Tirofijo”.

Inició su exposición el señor Acevedo refiriéndose a cuatro puntos sobre la temática, sin una estructura precisa pero con un claro enfoque ideológico: uno, no hay acuerdo entre los historiadores sobre las raíces de la violencia, por lo cual no aborda el tema (¡horror!); dos, el problema político – militar en cuanto a las condenas a integrantes de la fuerza pública, injustas desde su punto de vista, pero sin mayor detalle del argumento a favor de los mismos; tres, alcances de la justicia que se aplicará para los guerrilleros que dejen las armas, cuestionando así la propuesta de justicia transicional; y cuatro, una perspectiva negativa de la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en La Habana, al tratarse de la quinta vez que el gobierno intenta llegar a un acuerdo con este grupo guerrillero.

En su exposición –por fortuna corta– Acevedo culpó al líder asesinado Manuel Cepeda, de llamar a usar todas las formas de lucha en la causa del partido comunista y las guerrillas. La contundencia de sus afirmaciones contrastó con la precariedad de sus argumentos, y dejo la impresión de que con un discurso basado en autoridad y afirmaciones categóricas, se quisiera evitar la profundización en el problema del conflicto armado y sus causas. Si bien su argumento acerca del desacuerdo entre los historiadores sobre el origen del conflicto puede ser cierto, resulta extravagantemente pobre que en su exposición no se exponga el legítimo debate entre los estudiosos, para responsabilizar así al fenómeno revolucionario cubano como único causante del conflicto interno colombiano.

En la segunda parte de la sesión, León Valencia centró su exposición en las causas del conflicto desde el punto de vista social, económico y político, con un primer elemento fundamental: el problema agrario. Colombia tiene el índice más alto de concentración de la tierra en el mundo, lo cual significa que el modelo agrario es uno feudal, que se quedó siglos atrás en el tiempo y peor aún, que se agravó en los últimos años.

Para entender el conflicto de los últimos cincuenta años se requiere estudiar la reforma agraria propuesta por el presidente López Pumarejo (1934-1938)  –quien entendió el problema rural como amenaza para el Estado- y la respuesta por parte de sus opositores: la violencia conservadora cuyo resultado fue la concentración aún mayor de la propiedad de la tierra. En el contexto de años de violencia partidista y los posteriores arreglos de sus dirigentes para terminarla con la creación del Frente Nacional, surgieron movimientos campesinos como el de Marquetalia, el cual dio origen a las FARC. El discurso del entonces senador Álvaro Gómez en contra de lo que él llamó las “repúblicas independendientes” presionó al presidente Guillermo León Valencia a atacar Marquetalia y darle así inicio al enfrentamiento con este grupo de campesinos que se convirtió luego en grupo guerrillero.

De esta forma el primer acto de las FARC fue desarrollar un programa agrario, de acuerdo al primer elemento –problemática– fundamental. Según Valencia, es poca cosa lo que aquí se pide por parte de las FARC en el actual proceso de negociación: ¡el cumplimiento de la ley de la reforma agraria! Con la implementación de la ley no habría lugar al conflicto armado, en particular en lo referente a las zonas de reserva campesina.

El segundo elemento del conflicto es la inclusión política, o mejor dicho su ausencia. Si bien el Frente Nacional logró terminar con la violencia partidista, restringió los canales de participación democrática para otras fuerzas. Belisario Betancur entendía ese problema y la perversa interacción que comenzaba a gestarse entre conflicto armado y narcotráfico, por lo cual inició el proceso de paz con las FARC que llevó al nacimiento de la Unión Patriótica (UP), movimiento que fue sistemáticamente eliminado con el asesinato de sus líderes: congresistas, alcaldes, diputados, concejales y candidatos presidenciales.

Cuenta Valencia que los 125 municipios donde la UP había logrado cargos de elección pública, son los mismos de mayor dimensión del conflicto actual, y que con el asesinato de Manuel Cepeda se inició el período más sangriento del conflicto en Colombia, comprendido entre 1995 y 2005. Durante esos diez años se presentó el mayor número de víctimas y desplazados de los últimos cincuenta, lo cual está documentado en distintas investigaciones. Es en este mismo periodo cuando el fenómeno paramilitar tuvo su mayor expansión, con el apoyo de dirigentes de las esferas política y económica del país, y llegó a tener amplia representación política en todos los niveles de la democracia colombiana.

El proceso actual de negociación con las FARC se da gracias a que el gobierno de Álvaro Uribe logra debilitar a la guerrilla desde el punto de vista militar, siendo así la negociación el único camino viable para finalizar la guerra. Según Valencia, la paz del gobierno Santos es la única posible y lo que se está discutiendo en La Habana no es nada diferente a hacer cumplir la ley de la reforma agraria y garantizar la inclusión política, evitando la sangrienta experiencia de la UP.  Colombia será un país diferente cuando deje de justificar sus crímenes con los que ha cometido las FARC, concluye Valencia.

Importante reflexión, pues en un conflicto tan largo y degradante, la combinación de todas las formas de lucha se puede encontrar en cada uno de los frentes involucrados. En medio del proceso actual de negociación de paz, el gran reto para el país consiste en desprenderse de la visión maniquea del conflicto, donde existe una distinción categórica entre bien y mal enfrentados, para reconocer así nuestra compleja situación en la que los dos principios se interrelacionan.


Si la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas publicó un volumen de más de 800 páginas, titulado “Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, con la participación de autores de diferentes corrientes –dos de los cuales estarán en las próximas dos sesiones de este curso de Obra Semana– y en el cual se encuentran trabajos rigurosos desde el punto de vista metodológico para entender el origen del conflicto en Colombia, hay un fundamento contundente acerca de las causas objetivas del conflicto, para disgusto de algunos pero para el bien de un país que necesita conocer la verdad sobre la guerra, los excesos, víctimas y victimarios de los dos frentes.

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lunes, 26 de octubre de 2015

El fin de la histeria y el último chiste


Imagen de cicero.de

Este escrito trata acerca de un payaso con fama. Uno que sabe poner títulos atractivos a sus obras superficiales, para venderlas al desprevenido y bajo el auspicio del gobierno de Estados Unidos. Su nombre es Francis Fukuyama.

A inicios de la década de los 90 causó revuelo su artículo titulado "El fin de la historia y el último hombre". Lo dicho anteriormente, el título era prometedor y los estudiantes nos intrigábamos con él.

En "el fin de la historia", Fukuyama utiliza los planteamientos de Hegel sobre la lucha por el reconocimiento como el motor del desarrollo humano, y se atrevió a concluir que la máxima evolución social alcanzada por el hombre se encuentra en la sociedad norteamericana, dadas sus bondades del libre mercado y de la democracia en el país. Por lo tanto, lo que vendría después del engendro gringo, sería la aburrida repetición de los hechos ya alcanzados antes en Estados Unidos. Ese es el fin de la historia y el comienzo de la histeria existencial, en el desafortunado caso de aprobar este planteamiento de propaganda disfrazada de ciencia política.

El origen del autor explica la orientación de sus planteamientos. Nacido en Chicago y de ascendencia japonesa, es graduado de la universidad de Cornell y obtuvo su título de doctor de la universidad de Harvard. Fukuyama es miembro directivo de distintas organizaciones para el diálogo democrático en Estados Unidos, y ha sido funcionario del gobierno, a través del Consejo Presidencial sobre Bioética y del equipo de planeamiento político del Departamento de Estado.

En ese orden de idas, los problemas del tercer mundo o el conflicto oriente - occidente son irrelevantes, por no mencionar el calentamiento global o el desarrollo sin sostenibilidad (explotación de recursos) que avanza sin frenos por Suramérica y África, temas estos últimos que ni siquiera figuran dentro de la argumentación.

La inestabilidad mundial en la década siguiente a la publicación de "el fin de la historia" demuestra cuán equivocado estaba Fukuyama: la guerra contra el terrorismo y el 9-11, las invasiones a Irán y Afganistán, la primavera árabe, la guerra en Siria, y el conflicto Israel - Palestina, en medio de todo lo anterior, son los ingredientes del cóctel que el mundo bebe a diario, al borde de caer muerto por intoxicación.

Las promesas del nuevo boom económico, los BRICS, tiemblan al caer los precios de las materias primas, ya que China baja el ritmo de crecimiento y por ende el de la importación de estas; queda en evidencia su debilidad y el parecido con nuestras banana republics, cuya vida depende de la exportación de uno o dos productos sin valor agregado.

La crisis financiera de finales de los 2000 es otro asunto que le propinó un gancho de izquierda en la mandíbula a "el fin de la historia", pues los abusos desatados por el exceso de confianza en la libertad del mercado, llevaron al estallido de las burbujas inmobiliarias y a la ejecución de prácticas despreciables desde las más respetadas instituciones financieras del mundo, buena parte de ellas hoy desaparecidas por causa de su actuación.  

En medio del convulsionado contexto mundial actual, Fukuyama ataca de nuevo con un nuevo chiste (obra) titulado "orden político y decadencia política". Se le habrán bajado los zumos para elaborar titulares vendedores, pero se le reconoce la honestidad en presentar un trabajo flojo con un título de igual característica, y en el que aborda los problemas que ignoró en "el fin de la historia".

En la entrevista concedida a El Tiempo en el pasado mes de septiembre y con ocasión de su visita a Colombia, se puede comprobar que la superficialidad de Fukuyama sigue latente, con un conjunto de lugares comunes y verdades a medias acerca de la política mundial: aquellas teorías que gustan en Washington para ser usadas como sedantes ante la incapacidad para encontrar soluciones reales a los problemas mundiales. 

(Ver entrevista aquí)

Lo único que se puede rescatar de Francis Fukuyama es un libro titulado "trust" en el cual realiza una completa investigación acerca del capital social. El resto, no deja de ser un mal chiste.

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sábado, 17 de octubre de 2015

Rancid: honor, conocimiento y anarquía


Foto tomada de www.mtv.com 

En los primeros años noventa había bandas de rock de culto y de las cuales solo se podía saber de su existencia por el voz a voz entre amigos, pues no había otras fuentes disponibles para conocer lo que sucedía en el underground rockero; aún no se masificaba internet, las revistas de música se centraban en el heavy metal, y a los medios locales les importaba un pepino el asunto.

Siendo así, los pequeños grupos de amigos rockeros –aquellos parias que no bailábamos merengue en las fiestas por cuestión de principios– se convertían en élites que monopolizaban el conocimiento del estado del arte de la música: bares alternativos, la moda, que pasaba por la camisa escocesa, las botas grulla de punta de acero y el pelo largo –hasta donde la autoridad escolar lo permitía–  y por supuesto, las bandas que había que oír; entre ellas la principal era Operation Ivy, que ya había desaparecido al final de los 80, dejando un limitado legado de pocos demos y un solo álbum grabados, junto con una recopilación de 27 canciones, publicada al final de la banda. Los demos eran imposibles de conseguir, ni siquiera por encargo a algún distribuidor en EEUU, y la recopilación, aparecía un par de veces al año en la Musiteca de la calle 19 o en la del parque El Virrey, también por encargo. Soy uno de los afortunados que aún conserva una copia de la edición de Lookout Records con los 27 éxitos de la poderosa banda del underground californiano, que fusionó el punk con el ska y elementos del rock n roll.


Tim Armstrong (guitarra y voz) y Matt Freeman (bajo y saxofón) se hicieron populares con Operation Ivy, tanto que decidieron acabar la banda cuando comenzaban a pasar del underground al mainstream, y en los años noventa conformaron Rancid, al inicio en formato trío junto con el baterista Brett Reed, y luego ampliaron la formación a cuarteto con la entrada de Lars Frederiksen en guitarra y voz. En sus veinticuatro años de historia, Rancid ha continuado la línea del punk iniciada en los días de Operation, fusionando la simplicidad del género de origen británico con ritmos como ska, reggae y hardcore. Sus primeros tres álbumes Rancid (1993), Let´s go (1994) y …and out come the wolves (1995) resaltan por su estilo melódico y los coros emotivos. Time bomb fue la canción más popular y un hit radial que todavía se oye en emisoras de rock. Maxwell Murder, el primer corte de …and out…, incluye el famoso solo en el bajo de Matt, en una muestra de su virtuosismo y con el walking bass que es la columna vertebral de este poderoso animal anarquista y oriundo de Berkeley.


Después de unos primeros años noventa de prolífica actividad de producción discográfica y giras, la banda comenzó a tomar tiempo entre sus álbumes, abriendo espacio a más experimentación sonora y colaboración con músicos de diferentes géneros. Life won´t wait (1998) fue el último trabajo de la década y en los años 2000 publicaron el álbum homónimo (2000), al cual le siguieron Indestructible (2003) y Let the dominoes fall (2009), del cual se destaca el track Last one to die.

En 2014 Rancid presentó su octavo trabajo de estudio, …honor is all we know, fiel a su línea musical y a su independencia, a través de contratos discográficos con casas pequeñas, como Epitaph –sello propiedad de Mr. Brett de Bad Religion– o Hellcat Records, filial de la primera. En este disco queda claro que la banda no ha perdido la habilidad de expresar sus ideas en menos de tres minutos, siguiendo el ejemplo de los neoyorquinos The Ramones. El track de apertura, Back were I belong, contiene la energía necesaria para superar la depresión del lunes en la mañana, actitud que también se encuentra en Raise your fist, mientras que la onda ska clásica de la banda está presente en Evil´s my friend. La canción que da nombre al disco resumen los elementos fundamentales de la banda: rapidez punk –dos minutos de duración–, punteos de rock n roll y coros electrizantes.   


En su más reciente gira, Rancid celebró el aniversario número veinte de …and out come the wolves, tocándolo por completo. Las presentaciones de septiembre pasado en el auditorio Terminal 5 de Nueva York han demostrado el poder que conserva la banda, cuyos miembros cuentan con treinta años de historia, desde sus primeros días de Operation Ivy: un tiempo nada despreciable para el estilo de vida punk. Como dirían los Sex Pistols, ¡Dios salve a la reina! ¡Dios salve a estos anarquistas!

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jueves, 15 de octubre de 2015

La ficción de la participación indebida en política



En El Espectador de hoy se encuentra como noticia principal, a la polémica desatada por cuenta de los indicios de participación indebida en política del Vicepresidente Vargas Lleras y del Ministro Cristo, al entregar importantes obras de infraestructura en el caso del primero, y orientar el debate electoral hacia el apoyo del proceso de paz en el segundo. Todo lo anterior, en vísperas de las elecciones locales.

La participación indebida en política es un concepto inaplicable y mojigato. La función de los altos ejecutivos del gobierno es fundamentalmente política, pues su carrera se construye en el terreno de la política, son elegidos gracias a los méritos obtenidos en ella, y sus actos tienen impacto sobre los distintos niveles de la sociedad a través de decisiones e instrumentos de política pública. Pensar que en Colombia un acto público carezca de implicaciones electorales es desconocer la realidad del debate público, así guste o no.

Es ingenuo considerar a los actos de gobierno como hechos exentos de repercusiones en los distintos ámbitos de la sociedad. Si el gobierno realiza obras, y las entrega bien hechas, es justo que por ello se obtengan réditos en términos de opinión favorable y visibilidad en los medios y redes sociales. Ese es el juego de la política.  

El escenario que plantea la regulación de la participación en política es ideal para la oposición –de nuevo derecha e izquierda unidos en exótica pareja, como se mencionó en Paz Agridulce–, que encuentra en este debate munición infinita para atacar al gobierno, gracias al concepto efímero de dicha norma. Esto conlleva a la parálisis del estado en épocas preelectorales, razón por la cual se dejan de atender los distintos compromisos de gobierno, por temor a la intervención de los entes de vigilancia y control.

Una actitud de avanzada para la oposición, sería la de cuestionar las obras o acciones en su carácter particular –impacto social, ambiental, costo-beneficio– y no en la vaga generalidad respecto a supuestas acciones indebidas. Esto llevaría a un ejercicio técnico y profundo del debate, y permitiría al electorado tener mayor nivel de información sobre las opciones disponibles para su voto.

Lo peor del asunto son las implicaciones en cuanto a la negociación política por debajo de cuerda y la corrupción a la cual esta conlleva. Si no se puede hacer política abiertamente, se realizará por otros medios, seguramente nada transparentes, dándole así cancha al clientelismo y a todo tipo de malas prácticas. Aquí se aplica el mismo incentivo perverso del prohibicionismo hacia el consumo de alcohol o drogas: la actividad continúa y se fortalece en las sombras, creando monstruos peores a los que se pretendía combatir.


En un país como Colombia, con pésima infraestructura vial y un conflicto armado de más de cincuenta años, es válido que el debate electoral incluya acciones como las que se anuncian por estos días, en términos de mejorar la competitividad del país y acercarnos a la reconciliación nacional, a través del tortuoso camino que se recorre en La Habana.

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lunes, 12 de octubre de 2015

Reflexión fascista



La noción más popular acerca del fascismo es la que se refiere a los movimientos nacionalistas que surgieron en Europa –particularmente en Italia, Alemania y España– en la primera mitad del siglo veinte, y que finalizaron luego de la derrota que sufrieron en la segunda guerra mundial, con la excepción del fenómeno español que continuó hasta las últimas décadas del mismo siglo. En cualquier caso, las clases de historia presentan al fascismo como un fenómeno del pasado.

Sin embargo la realidad es diferente y las ideas de extrema derecha resurgen con facilidad y en distintos rincones del planeta, lo cual lleva a pensar que el fascismo nunca murió, sino que se adaptó a una primera fase de ocultamiento y renovación, para continuar luego con su causa cuando la coyuntura fuera propicia para tal fin.

Cuando el desenlace de la Segunda Guerra Mundial era evidente y su destino en contra de los intereses alemanes e italianos, tuvo lugar la migración de miles de ciudadanos de estos países, civiles y militares, hacia el cono sur americano. En este orden de ideas, Juan Domingo Perón planteó abiertamente su simpatía con el proyecto nazi, manifestando que “los juicios de Nuremberg eran una infamia”. Durante su mandato, Argentina recibió a antiguos oficiales del ejército alemán, funcionarios del servicio secreto de la SS, así como a técnicos y científicos relacionados con el Tercer Reich.

No solo estaba de por medio la afinidad ideológica de Perón con los nazis, sino también la oportunidad de fortalecer a la industria militar y al sector económico argentino en general, gracias al liderazgo científico y la tecnología de los fugados europeos; una vez establecidos en Argentina, estos personajes dieron inicio al boom de la exportación suramericana de materias primas hacia Europa, incluso hacia la Alemania que se recuperaba gracias a la cooperación financiera norteamericana del Plan Marshall.     

Existen diversos estudios y publicaciones acerca de la extracción de Alemania de los líderes nazis, para ser llevados a Argentina y reubicados con nuevas identidades, garantizando así su supervivencia y la continuación de su lucha, en términos de la controversial obra de Adolf Hitler. El gobierno suizo apoyó al argentino en dicha causa, permitiendo que los alemanes llegaran ilegalmente al país más neutral del mundo, e incluso el Vaticano otorgó protección a altos mandos del nacional socialismo.

Una interesante teoría –por ahora de carácter literario– plantea que Mussolinni no murió abaleado junto con su amante Clareta Petacci, sino que aquel era su doble. El verdadero líder logró huir con ayuda de la Santa Sede y con destino final a la Argentina, gracias al pacto de los servicios secretos de occidente (Stay Behind), preocupados por el inicio de la guerra fría y el avance comunista de la Unión Soviética y sus satélites alrededor del mundo, razón por la cual tendrían al Duce como as bajo la manga para un eventual resurgimiento del proyecto de extrema derecha, y enfrentar así la revolución que se lideraría desde Moscú.

La tarea de investigar los crímenes nazis en la Alemania de la postguerra se vio truncada por la división del país entre los hasta entonces países aliados, con sus consecuentes jurisdicciones y tribunales independientes. Por otra parte, la teoría de la “culpa colectiva” alemana en el holocausto de judíos, europeos orientales y disidentes del régimen, es el escudo de defensa perfecto para los nazis directamente involucrados, pues los exonera de su responsabilidad individual. Entre los fugados a Suramérica y los que se quedaron en Europa, reubicados y con nuevas identidades, el proyecto fascista sobrevivió.   

Lo que aquí se encuentra no es solo el resultado de un plan delicadamente estructurado, al estilo de la mejor historia de novela policíaca; por el contrario, se trata de algo mucho más sencillo y relacionado con el espíritu humano: el debate inacabable entre ideas liberales y conservadoras. E hilando más delgado, entre ideas del amplio espectro de la derecha: el conflicto entre el fascismo y el bloque conformado por la Europa occidental y Estados Unidos, puede entenderse como la contraposición de las ideas de extrema derecha del primero, con las de una derecha moderada en el segundo, siendo este conflicto el causante de la Segunda Guerra Mundial.   

Vale la pena traer este debate en el actual contexto de recesión económica mundial, caldo de cultivo de los proyectos de extrema derecha. Por fortuna, hasta ahora sus líderes caen por su propio peso dado el ridículo al que se exponen a diario en medios y redes sociales. Sin embargo, el riesgo está presente, y algún día tendrán a un dirigente más capaz y maquiavélico.


La crisis migratoria ejemplifica las dos posiciones encontradas en la disyuntiva ideológica: un gobierno alemán que evita repetir los errores de la historia al culpar al extranjero –migrantes africanos– ofreciéndole ayuda, y al otro lado del Atlántico una fuerza radical conservadora norteamericana, representada en el Tea Party y en algún multimillonario republicano, que encuentra en Suramérica al chivo expiatorio de sus males.

Al tratarse de ideas en contraposición eterna, hablando de los enfoques liberal y conservador, es importante no perder de vista el problema del fascismo, que no hace parte del pasado sino que todo lo contrario, continua vigente a nivel mundial. 

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sábado, 10 de octubre de 2015

Mi vida por un simple acorde

Black Rebel Motorcycle Club: Live in Paris (2015).

Foto de www.willieworld.com

El inicio del siglo XXI ha sido referenciado por muchos críticos como época perdida del rock n roll; una era dominada por la música electrónica, la crisis de la industria discográfica y la decadencia de los gigantes de la década pasada. No se puede olvidar que en los años noventa presenciamos el auge y caída del grunge de Seattle con Nirvana a la cabeza, así como el del britpop con Oasis y The Verve en sus respectivos lugares. También vimos a un Bono cada vez más gordo que luego crearía un fondo especulativo de inversión llamado Elevation.

Sin embargo el género siguió adelante y los años 2000 dieron lugar a nuevos e interesantes sonidos, que se encuentran en matices tales como la neo psicodelia, post rock, noise rock o el doom de Chicago. El trío californiano de los Black Rebel Motorcycle Club (BRMC) es un producto sonoro del nuevo siglo, con fuertes raíces en los clásicos británicos de los setentas y noventas, y un motor constante de innovación en estos primeros quince años del milenio.

La exploración de sonidos y creación de atmósferas complejas para cada canción es un aspecto llamativo en una banda compuesta por solo tres integrantes: Robert Levon Been (bajo, voz y guitarra), Peter Hayes (guitarra y voz) y Leah Shapiro (batería). Sus trabajos de estudio son un banquete sonoro de principio a fin, llenos de texturas y juegos de delay y reverberación, así como de infinitos estilos de distorsión de la guitarra y bajo eléctrico; todo acompañado de una percusión sencilla y directa. Esta es la estructura del sonido del club de rebeldes, que para el nombre de la banda tomaron el de la pandilla de Marlon Brando en la película The Wild One (1953).

En el 2015 los BRMC presentaron su noveno álbum –siete de estudio, dos en vivo–, grabado y filmado en París. La puesta en escena conlleva riesgos asociados con la diferencia entre la versión de una canción que el oyente tiene en su casa –grabación de estudio, con todos los recursos de producción disponibles–  y la que se escucha en un concierto –el amplificador es lo único que separa al músico del oyente–  y esta es la razón por la que miles de bandas fracasan en las giras, o tienen que acudir al despreciable recurso de la pista. Nada de esto sucede con los BRMC y es emocionante encontrar que la maravilla del detalle de su sonido puede apreciarse en vivo, en formato power trio.

En la primera parte de Live in Paris, los BRMC interpretan su álbum de 2013 Specter at the feast, completo y en el mismo orden de la versión de estudio. Siendo Specter un álbum melancólico, ese es el mood característico al inicio del concierto. Fire Walker estremece de principio a fin con el bajo distorsionado de Robert, el delay infinito en la guitarra de Peter, y la voz que sigue a la percusión de Leah:

Your love was always yours to give, or start another war
But you're always wounded perfectly for what you're livin' for
Your eyes have wept a thousand tears, you've never needed mine
The crime is never what you steal, but what you leave behind

El segundo corte es Let the day begin, cover de la banda ochentera The Call, y de la cual era líder Michael Been, padre de Robert. Michael fue una figura importante en la historia de los BRMC, al apoyar por años la producción del sonido en vivo de la banda, hasta el momento de su muerte por un paro cardíaco en el backstage. Al inicio de la banda permitió que Peter viviera en su casa junto con Robert, ayudando así al joven guitarrista a superar una etapa tormentosa de su vida. Let the day begin es una canción alegre al estilo de la banda –léase con dosis suficiente de oscuridad–  con un papel determinante de la percusión de Leah Shapiro: la más bonita baterista del rock y quien se recupera de un tumor cerebral que por fortuna fue encontrado a tiempo.




En Lullaby la ausencia del bajo –Robert pasa a la segunda guitarra– es casi imperceptible gracias a ese sonido cuidadoso del trío, en modo de balada. Hate the taste, Rival y Teenage disease, son las canciones poderosas, rápidas y agresivas de Specter at the feast y por lo tanto también de esta parte inicial del concierto.

En la segunda parte de Live in Paris, los BRMC repasan los éxitos de sus 15 años de carrera, alternando temas acústicos con distorsionados de los trabajos anteriores a Specter at the feast: BRMC (2001), Take them on, on your own (2003), Howl (2005), Baby 81 (2007) y Beat the devil´s tattoo (2010). Solo queda por fuera del repaso el álbum instrumental The effects of 333 (2008), por consideración a quienes no hayan oído aun a The Residents ni a Einstürzende Neubauten.

Spread your love, Stop, Berlin y Whatever happened to my rock n roll pusieron a saltar al teatro Trianon de París. Vale la pena recordar que en el 2003 los BRMC fueron apodados como “la banda que rompió el piso”, ya que en la parada de la gira británica del 2003 en el Leeds Town Hall, el concierto fue suspendido a la mitad, pues las autoridades temieron que el edificio del siglo XIX se derrumbara.

Los Black Rebel Motorcycle Club han seguido el camino difícil de la honestidad y la independencia. En algún momento de su historia comenzaron los coqueteos con las grandes disqueras pero por fortuna esos acercamientos terminaron como los rebeldes tienen que hacerlo: con un NO rotundo. De ahí en adelante han publicado sus álbumes con sellos independientes e incluso a título propio, como en el caso de The effects of 333, que solamente se distribuyó a través de descargas desde su sitio web. Su espíritu rebelde y descomplicado contrasta con la perfección de su sonido. Larga vida a los BRMC.

I fell in love with the sweet sensation
I gave my heart to a simple chord
I gave my soul to a new religion
Whatever happened to you?
Whatever happened to our rock'n'roll?


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viernes, 9 de octubre de 2015

Dos cavernícolas


El clima es el factor determinante de la producción de leche, toda vez que las lluvias tienen un impacto positivo en la producción de alimento para el ganado –pasturas, o granos y cereales usados en el alimento concentrado– mientras que la ausencia de precipitaciones, acompañadas de sol intenso y altas temperaturas ocasionan el efecto contrario, cobrando la vida de miles de animales y generando el riesgo de desabastecimiento de alimentos. Colombia se encuentra actualmente en el segundo escenario, consecuencia del Fenómeno del Niño; por otra parte el ritmo del ciclo verano – invierno se acelera cada año. El clima mundial está patas arriba –léase cambio climático– y el mercado primario de leche fresca, aquel en el que intervienen ganaderos productores y acopiadores de leche, se encuentra de igual forma.

Sin embargo cada fase del ciclo climático en la producción presenta oportunidades y amenazas, según el eslabón de la cadena en el cual se sitúe. En las épocas de lluvia la producción de leche se incrementa dramáticamente y el caso de la costa atlántica lo demuestra: una vez comienza la temporada de lluvias en el primer trimestre del año, la producción se incrementa en un 30% en cuestión de pocos días, y aquí entra al juego la impopular “enlechada”, momento en el cual los ganaderos tienden a bajar el precio de la leche con tal de garantizar la entrega del total de su producción al recolector, que puede ser una empresa o un intermediario. El comprador recoge solamente la leche que sabe que podrá comercializar, pues llevarla a inventarios no es un buen negocio, así que generalmente queda leche en las fincas y aquí es cuando del malestar campesino se originan las impactantes fotos de cantinas boca abajo y leche corriendo por las carreteras, las mismas que revolucionaron al país a mediados del 2013, cuando se inició el paro agrario. Las dificultades de la situación para el ganadero contrastan con la oportunidad del comprador de leche, al tener suficiente oferta de materia prima y a precios bajos.

Por el contrario y en una etapa como la actual, la reducción en la oferta de leche obliga a los compradores a subir el precio al ganadero, compitiendo por el suministro de leche que en sus mayores volúmenes se transa sin contratos de proveeduría, por lo cual el productor de leche pasa de una empresa a la otra, así como un día llueve y al otro sale el sol tropical. He aquí el momento del desquite ganadero, y en el que los acopiadores comienzan a rezar por el regreso de la lluvia.

Esto sucede en un contexto de desintegración de la cadena de valor, que en países desarrollados llevó a esquemas asociativos como las cooperativas, mediante los cuales los productores se unieron para avanzar como eslabón, bien sea en el montaje de centros de acopio, plantas de proceso, pulverizadoras –fundamentales para garantizar la absorción del total de la producción en épocas de sobreproducción– o en todas las anteriores. El caso más relevante es el de Nueva Zelanda, principal exportador mundial de leche, donde nació la cooperativa Fonterra, unión de las distintas cooperativas regionales de las islas norte y sur, y la cual procesa, comercializa y exporta el 98% de la producción láctea del país kiwi.

En Colombia los ejemplos cooperativos son escasos y polémicos, pues la ausencia de políticas de gobierno corporativo las ha convertido en entidades a obra y semejanza de su patriarca fundador, generando malestares en la base ganadera. La generalidad de la industria consiste en esfuerzos individuales de ganaderos que, invirtiendo en equipos de proceso, se consolidaron como el eslabón procesador. Es así como el país se encuentra desde hace décadas en esa etapa inicial de desintegración de la cadena láctea, y probablemente esa estructura no se modifique dados los intereses económicos y políticos creados bajo el statu quo. Lo que sí puede pasar es que una serie de actores industriales desaparezca en el proceso de consolidación de economías de escala, y sean así adquiridos o fusionados con los líderes del mercado. Esta es la tendencia mundial.

Sobra decir que esta situación se convierte en la principal falencia para la competitividad sectorial, pues el debate se centra en la relación industria – ganadero, y los elementos fundamentales para el futuro del negocio quedan en un segundo plano: impacto del cambio climático, políticas de bienestar animal, seguridad alimentaria o mejoramiento del estatus sanitario del país ganadero. La relación de los dos eslabones puede compararse con la de dos cavernícolas vecinos y en constante lucha con su mazo, proporcionado porrazos cada vez más fuertes a su respectivo turno: verano o invierno.


Mientras esto sucede, y seguirá sucediendo por años, cavernícolas extranjeros nos miran con curiosidad, abren los ojos y chorrean las babas ante la oportunidad de usar sus mazos de mayor tamaño para dejar quietos del batacazo a los perplejos nacionales, y apropiarse de un mercado de 40 millones de habitantes que lucha por salir de la pobreza, aumentando su poder adquisitivo de manera constante. 

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jueves, 8 de octubre de 2015

Paz agridulce


La producción de azúcar es uno de los renglones más significativos y tradicionales de la agricultura colombiana. La belleza del paisaje de los campos sembrados con caña de azúcar en departamentos como el Valle del Cauca, contrasta con la polémica que genera la interrelación de productores, el gobierno y los medios de comunicación. Todo lo anterior en medio de un escenario de negociaciones con la guerrilla de las Farc y el tortuoso camino hacia la construcción de la paz, entendida esta no solo como la ausencia de guerra, sino como el replanteamiento de las relaciones socioeconómicas del país, y por obligación de las existentes en el campo, lugar de nacimiento del conflicto armado.

Pero, ¿qué relación existe en el sancocho de temas aquí planteado? Empecemos por lo último, acerca de la relación del campo y la paz. Los líderes –la mayoría– de los gremios de la producción agropecuaria han manifestado abiertamente sus reservas al proceso de paz mientras que otros –la furibunda minoría– se han declarado abiertamente enemigos del mismo. El año pasado causó una fuerte impresión la propaganda de televisión en la que tres relevantes dirigentes gremiales apoyaron al candidato a la presidencia del Centro Democrático, con un fuerte apretón de manos a la entrada de la oficina de uno de ellos, con tan mala suerte que fue reelegido Juan Manuel Santos y sus entidades quedaron en una incómoda situación frente al Presidente de la República. El azúcar no estuvo presente en tan bochornoso incidente, pero sus líderes usarían los medios de comunicación más adelante.

La Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) cumple con un papel fundamental y gracias a la ley de competencia y el estatuto del consumidor, cuenta con amplias facultades que le permiten intervenir en el mercado, en defensa de la libre interacción de oferta y demanda y del acceso a los productos a precios razonables y en condiciones apropiadas de suministro de información al consumidor. En ese orden de ideas la SIC anunció públicamente la investigación al sector azucarero por prácticas restrictivas de la competencia, acuerdos de precios y restricciones por fuera de la ley a las importaciones de azúcar. El contexto de la investigación lo presentó públicamente el Presidente Santos en distintos foros, al llamar la atención sobre el hecho de que un ama de casa colombiana pague uno de los precios del azúcar más altos del mundo, cuando la producción nacional es una de las más desarrolladas y competitivas a escala global.

La defensa del gremio azucarero fue igual de elocuente a través de los medios de comunicación y su argumento se basó en las facultades que dos instrumentos de política pública le otorgan al sector: el sistema andino de franja de precios (SAFP) y el fondo de estabilización de precios del azúcar (FEPA). El primero permite la fijación de aranceles variables a la importación para proteger al mercado interno de las fluctuaciones de los precios internacionales del azúcar; el segundo promueve las exportaciones a través de operaciones de cesión, que consisten en el aporte de los productores al FEPA cuando el precio internacional es menor al interno, y de compensación, pago del FEPA a los productores cuando el precio interno supera al internacional. De esta forma, la ley otorga al gremio azucarero poderosos instrumentos de intervención de mercado. Las acusaciones se fueron diluyendo, en medio de las diarias apariciones en medios de distintos voceros de la gremialidad azucarera, y entre nuevos comunicados de las autoridades que le bajaron el tono al cuestionamiento, incluyendo autocrítica respecto a errores procesales. Una importante cadena de radio y televisión privada le dio amplio cubrimiento a esta fase del debate, alternando el tema con un enfoque periodístico cada vez más hostil hacia el proceso de paz, al estilo del periodismo ultraconservador norteamericano.

El nuevo frente de batalla se originó en el Ministerio de Salud, que llamó la atención sobre la necesidad de mejorar la dieta de los colombianos –cada vez más gordos, así suene increíble en un país con hambre, pero de fatales contrastes– vía impuestos a las bebidas con alto contenido de azúcar, es decir las gaseosas. Algún nutricionista habló de la inconveniencia técnica de la medida y empresarios mencionaron el nocivo impacto de la medida para el bolsillo del consumidor. Otro debate que se diluyó como azúcar en agua.

El tercer round sucedió en el Ministerio de Comercio, desde el cual se anunció la inminente disminución del arancel del azúcar, de un nivel por encima del 100%, a un reducido pero suficientemente obeso nivel del 70%. ¿Quién dijo miedo? A continuación se produjo un congreso cañero y miles de productores rechazaron esta y todas las medidas de gobierno anteriormente mencionadas. Un destacado congresista del Polo Democrático se unió a las voces de los cañeros en dicho concilio, como parte de ese exótico juego de intereses criollos en el cual la izquierda defiende los intereses económicos del sector de derecha, alineados en la causa común en contra de gobierno.

Pero algo suena contradictorio en lo aquí descrito: si los impuestos subirían los precios de productos azucarados, la reducción de aranceles tendería a reducirlos. ¿Se trata de medidas incoherentes y desalineadas entre distintas autoridades de gobierno, o por el contrario, movimientos estratégicos, sacrificando metas intermedias para la obtención de un objetivo superior? Hasta el momento no se generan nuevos impuestos, no se disminuyen los aranceles, ni mucho menos hay sanciones por violaciones al régimen de competencia en el sector azucarero. Ah, pero ya anunció el Presidente, a través de todos los medios de comunicación, la fecha para la firma del acuerdo de paz. ¡Brillante jugada!


P.S. La SIC acaba de anunciar millonarias sanciones a entidades y líderes del sector azucarero, por obstaculizar la llegada de nuevos competidores internacionales al mercado colombiano. La defensa del lado dulce de la historia, afirma fallas en el debido proceso y que tales hechos no habían sido incluidos previamente en las investigaciones. Se repite la lógica de la denuncia mediática y la respuesta de igual forma.

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Un problema de todos


La semana pasada asistí al foro sobre agricultura familiar y su papel en el proceso de paz, organizado por los ministerios de agricultura de Colombia y Brasil y con el apoyo de la delegación de la Unión Europea en Bogotá. Ministros y embajadores debatieron sobre las enseñanzas del caso brasilero, invitado de honor al evento, y sus posibles aplicaciones al campo colombiano, dados los positivos resultados en el crecimiento del área sembrada, el ingreso de los agricultores y de las exportaciones. No todo es color de rosa, por supuesto. La deforestación del área selvática amazónica, la sostenibilidad del proceso carioca, y la dependencia de la exportación de commodities, deben hacernos reflexionar sobre dicho modelo, replicando lo bueno y cambiando el enfoque en donde se encuentran sus fallas.

Respecto a la responsabilidad del gobierno brasilero en el desarrollo rural, se planteó en el foro que no es este un desafío del ministerio de agricultura, sino el de todo un gobierno. Importante reflexión para un país como Colombia, en el cual la desarticulación entre las entidades de gobierno es recurrente, y el exceso de protagonismo de los dirigentes imposibilita el trabajo articulado con enfoque de equipo. Para el caso del campo, la formulación y ejecución de la política pública depende de cuatro ministerios –agricultura, comercio, salud y ambiente– y sus respectivas entidades adscritas –ICA, Superintendencias, Invima, Anla, etc–. Esto conduce a debates eternos y decisiones contradictorias en las diferentes autoridades.

En Nueva Zelanda, por citar el ejemplo de una potencia mundial relativamente reciente en producción agropecuaria, se presentaba esta misma situación, y la solución fue integrar las instituciones en el Ministerio de Industrias Primarias, el cual posee competencias sobre temas agropecuarios, comerciales y regulatorios. Las formas de organización del estado son diversas, pero el punto relevante aquí es el enfoque multidisciplinario requerido para el desarrollo rural, más aún teniendo en cuenta la problemática del campo colombiano y su papel protagónico en el conflicto armado.

Comienza a verse un final posible y la paz será viable luego de la firma de un acuerdo de finalización del conflicto, pero tendrá que pasar por complejas etapas como el esclarecimiento de la verdad, la determinación de penas y sanciones a través de la justicia transicional, y un modelo de desarrollo del campo que haga viable el escenario de postconflicto. 

Es preocupante la polarización que vive el país respecto al proceso de paz y el futuro del país, pues el debate acaba simplificado en los proyectos personales –Santismo vs. Uribismo–  y se pierde la perspectiva acerca del futuro del país. Desde las épocas de Sun Tzu se conoce que toda guerra debe ser rápida dados los costos y riesgos que implica. Sin embargo, buena parte del país parece empeñada en continuar en un conflicto que ya superó los cincuenta años de existencia.

Los cuestionamientos al proceso de paz son válidos y deben enfocarse hacia la construcción colectiva de un país que supere sus problemas sociales, económicos y políticos. El campo representa a la totalidad de las contrariedades mencionadas y requiere acciones desde distintos frentes: adecuada proveeduría de bienes públicos, proyectos asociativos de pequeños productores, logística e infraestructura que garanticen la seguridad alimentaria y disminuyan el desperdicio de productos, reglas claras sobre uso y tenencia de la tierra y un enfoque de sostenibilidad y responsabilidad social en el proceso productivo: el enfoque multidisciplinario.



Para terminar, la pregunta de ¿cómo lograrlo? La construcción de equipos de gobierno con pluralidad de puntos de vista es una necesidad urgente del gobierno nacional y local, y una preocupación que los electores deberíamos plasmar con fuerza en las elecciones próximas. Colombia requiere de equipos políticos, no de personalidades, y Bogotá es la ciudad llamada a liderar ese proceso.

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