Escribí este artículo como eje central de mi trabajo en Asoleche para 2015. Varios periódicos lo publicaron, entre ellos La República (ver artículo en La República aquí), en diciembre de 2014.
El detonante del Paro
Agrario.
Cuando
se analiza lo sucedido en las primeras manifestaciones agropecuarias, en junio
de 2013, se encuentra que la problemática del sector lácteo jugó un papel decisivo
en el desarrollo de los movimientos y levantamientos que meses más tarde serían
conocidos como Paro Agrario. Asimismo a nivel de gobierno se generaron una
serie de medidas para terminarlo, a través del Pacto Agrario. La eficacia de
tales medidas aún es discutida, en cuanto a su impacto en términos de mayor
productividad y competitividad del campo. Pero esa es otra discusión, pues la
reflexión que aquí se plantea es sobre la problemática sectorial mencionada al
inicio de estas líneas.
Se
trata de la imposibilidad de absorber el total de la producción de leche por
parte de la industria láctea formal. Y esto no es nada nuevo. Es algo que
sucede periódicamente de acuerdo al ciclo natural del negocio lácteo; de la
producción y su estacionalidad. Luego de los fenómenos climatológicos adversos
de los años anteriores –verano intenso en 2010 e inundaciones nacionales en 2011–,
el anunciado Fenómeno del Niño se descartó hacia finales de 2012, por lo cual la
oferta de leche creció en 2013 y así se consolidó la “enlechada” del año
pasado.
Los
volúmenes adicionales de producción se quedaron en las fincas de pequeños
productores, generando un grave problema social. Adicionalmente las
importaciones de lácteos del 2012 se realizaron como previsión industrial
frente a un posible desabastecimiento por efectos de verano anunciado. Sin
embargo, vale la pena tener en cuenta que dichas importaciones equivalen a
menos del 7% del total de la producción nacional de leche.
Limitantes de la
regulación y del ciclo productivo.
¿Y
por qué sucede todo esto? ¿Por qué no comprar toda la leche que se produce en
el país? En primer lugar, hay que tener en cuenta la brecha existente entre
compradores formales e informales. Mientras los primeros –industria láctea
legalmente establecida, que paga impuestos, contribuciones parafiscales y es
sujeto de inspección, vigilancia y control por parte de gobierno– están
regulados y deben cumplir con el pago de un precio base, los segundos pueden
bajar y subir precios libremente, de acuerdo a la coyuntura del mercado, y sin
ningún tipo de control ni sanción en caso de traspasar los límites de la
resolución 17 de 2012 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
En
segundo lugar, la industria absorbe la oferta de leche fresca que está en
capacidad de comercializar en el mercado interno o en mercados de exportación.
Si no hay espacio para posicionar los volúmenes adicionales de producción, se
procesará la cantidad de leche extra que pueda mantenerse en inventarios, como
contingencia pero nunca como solución estructural, por lo cual en cuestión de
poco tiempo la “enlechada” se manifestará en el campo.
Impacto del acopio
industrial.
Vale
la pena mencionar el esfuerzo que se lleva a cabo para incrementar las compras
de leche fresca. La industria láctea compró a productores de leche colombianos
3.291 millones de litros durante el año 2014, lo cual corresponde a un total
superior al de 2013 en un 4.72%.
Es
así como año tras año la industria logra formalizar parte de la producción de
leche. Sin embargo, para generar un cambio trascendental, que permita la
consolidación de un sistema lácteo nacional productivo, competitivo y generador
de bienestar y progreso en el campo, se requiere de una política láctea
integral, que responda a la problemática del sector, sus ciclos y
estacionalidades, y que promueva el desarrollo de nuevos mercados.
Elementos para la Política
Láctea.
La
leche que se queda en finca en épocas de abundancia, así como la informalidad
del mercado lácteo, deben ser vistas como oportunidad de crecimiento para el
sector. Se trata de una oferta de leche que, bajo la ejecución de una política
láctea integral, permitiría al país posicionarse en mercados de exportación,
garantizando la disponibilidad de productos para compradores externos,
sostenida en el tiempo y aprovechando el proceso de inserción internacional de
la economía colombiana. Porque actualmente las exportaciones lácteas del país
son oportunistas, responden a situaciones coyunturales y no tienen continuidad.
Los
elementos para una política láctea integral: en primer lugar, garantizar la
absorción industrial de la leche producida en el país, a través de contratos de
proveeduría que fortalezcan el vínculo entre productor e industria. En segundo
lugar, y directamente relacionado con el anterior, tener un precio de compra para
los volúmenes adicionales de producción, con referencia a los precios
internacionales más competitivos. Tanto los volúmenes adicionales de la
producción como su precio de compra, deberán ser definidos a través de un
estudio técnico económico elaborado por un ente imparcial.
En
tercer lugar, promover la exportación de los volúmenes de producción
adicionales que entren al sistema formal, para consolidar al país como potencia
exportadora de leche y derivados lácteos. Aquí debe revisarse la relevancia de
las exportaciones a nivel país, mediante alianzas y sociedades de industria y
productores de leche. Por último, incrementar el consumo interno a través de
programas de alimentación sostenidos en el tiempo, como parte de una estrategia
integral de promoción al consumo de leche y sus derivados.
El
sector lácteo debe contar con un instrumento de parafiscalidad eficiente, que
promueva la mayor productividad del sector y actúe como mecanismo de
estabilización de precios y fomento a la exportación. Los recursos parafiscales
tienen la naturaleza de recursos públicos, por lo cual su administración debe
estar sujeta a los más altos estándares de transparencia.
El
actual momento tiene una connotación única para el sector lácteo colombiano.
Existen amenazas pero también oportunidades; tenemos falencias en
competitividad pero también una cultura ganadera y lechera posicionada a nivel
nacional, así como un eslabón industrial que invierte continuamente en
tecnología de proceso y desarrollo de productos.
En
medio del proceso de apertura comercial en el que nos encontramos hay riesgos,
pero asimismo debe verse este momento como la ocasión para dar un vuelco al
sector, que genere crecimiento y bienestar en el campo, a través de una Política Láctea Integral que propenda
por el desarrollo lácteo en todos los eslabones de la cadena productiva.