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domingo, 20 de diciembre de 2015

Lip


Este track es un jam para un cuarteto de rock, con guitarras que pasan por el funk y sonidos más heavy.







El espinoso tema del lactosuero


Un dolor de cabeza. El tema del suero, que es el liquido que queda al producir queso, y su mal uso en Colombia es eso para mi gestión. Demandas contra mis asociados, mala propaganda y competencia salvaje hay alrededor del asunto. Escribí este artículo en el 2012 luego de participar en un congreso en Uruguay en el que expertos hablaban de las posibilidades de generar valor agregado y nutrición -incluso superior a la que ofrece la leche- a partir de productos del suero de leche. La publicación en La República es de junio de ese año (ver artículo aquí).


Lo curioso del caso es que mientras el lactosuero -subproducto de la elaboración del queso- crece a nivel mundial con una infinidad de usos y desarrollo de novedosos productos, en Colombia ciertas voces se han levantado en contra de este insumo, propiciando la satanización del asunto y condenando a todos los productos que contengan el ingrediente. Para el bien de productores, comercializadores, consumidores y autoridades, es hora de dar un debate serio y desapasionado sobre el producto lácteo con mayor crecimiento a nivel mundial, y por qué no, en nuestro país.

El lactosuero no solo hace parte de la composición de distintos derivados lácteos, sino que se trata de un insumo requerido por distintas industrias del sector de alimentos, entre ellas las de panadería, chocolatería y galletería; bebidas energéticas, refrescantes y diversos alimentos funcionales, también cuentan con la presencia del satanizado componente. Por la existencia de tantos usos, junto con las nuevas tendencias y exigencias del consumidor, se explica el crecimiento mundial en el consumo de lactosuero.

¿Y qué sucede entonces en Colombia?
Existe un vacío normativo que deja en el limbo reglamentos técnicos de suma importancia para que tanto productores, como comercializadores y consumidores, tengan claridad sobre los productos que se están desarrollando y llevando al mercado.

Es importante que se expida a la mayor brevedad el decreto de reglamento técnico de derivados lácteos, incluyendo los usos legítimos del lactosuero; porque hay otro tema diferente y de ninguna manera aceptable, que es la adulteración de la leche, situación común dentro de la informalidad que afecta a la cadena láctea. Entendiendo que hay dos situaciones diferentes, no es correcta la satanización del insumo que, como lo presentó Rabobank en su informe, tiene el mayor potencial de crecimiento a nivel mundial.

En países en vía de desarrollo se ha logrado combatir el mal de la desnutrición con productos lácteos que contienen lactosuero, dando así una solución a los problemas de hambre para las poblaciones más vulnerables. Claro, todo esto requiere de un entorno normativo establecido y de conocimiento de todas las partes.

Mayor información, claridad y una justa regulación es lo que necesita este espinoso asunto. Pero no más satanización ni juicios apresurados de valor sobre un ingrediente con gran potencial de desarrollo.

Antecedentes
El lactosuero no solo hace parte de la composición de distintos derivados lácteos, sino que se trata de un insumo requerido por distintas industrias del sector de alimentos, entre ellas las de panadería.

La revolución silenciosa


Este artículo es la segunda parte del anterior sobe la política láctea. Como su nombre lo dice, el contenido es poderoso y logró sacudir a varios líderes, que luego se opusieron al planteamiento. La República lo publicó en marzo de este año (ver artículo en La República aquí).

El campo colombiano está atrapado dentro del círculo vicioso causado por la imprevisión ante los retos que año tras año se presentan, y que condicionan el ciclo productivo de la actividad agropecuaria. El fenómeno de las heladas es recurrente a inicios de año y ya es costumbre oír a productores y a líderes tanto públicos como privados en estos días, solicitando ayudas, créditos, etc., para apaciguar los efectos del tradicional fenómeno climático. Y además viene el Fenómeno del Niño: otro desastre anunciado y para el cual no estamos preparados.

En el sector lácteo sucede igual. Los mencionados factores climatológicos, así como las temporadas de lluvias, definen el ciclo productivo, y no contamos con los instrumentos de política para anticiparnos a los problemas anunciados con meses e incluso años de anticipación.

Una vez se presentan las temporadas de lluvia, la producción de leche crece de manera significativa en las ganaderías menos tecnificadas –que son la mayoría del total nacional– y la industria formal solo es capaz de acopiar la leche que puede comercializar. Recordemos que la industria láctea está regulada en materia de precios mínimos de compra de leche: de esta forma, cuando la oferta de leche crece, el precio de compra debe mantenerse estable y en contra de la lógica económica.

Desde el punto de vista de la demanda, es difícil encontrar compradores para los volúmenes adicionales de producción en el mercado social o aumentar las exportaciones, válvulas de escape del sector en épocas de sobreproducción: los programas de leche escolar se interrumpen en las vacaciones y lo mismo sucede con el abastecimiento de leche y productos lácteos para las poblaciones más vulnerables. En cuanto a la exportación, no tenemos precio y quedamos fuera de competencia frente a nuestros socios comerciales, como es el caso de Argentina, Chile y Uruguay.

Así es como nuestro círculo vicioso lleva la leche que se queda en finca a manos de la informalidad –donde se disminuye drásticamente el precio de compra de la leche, pues aquí no hay ninguna regulación que valga– o a las carreteras del país, como pudimos verlo en las primeras manifestaciones del paro agrario. La problemática láctea jugó un papel definitivo en las protestas a mediados del año 2013.

Dentro de este análisis es fundamental ser crítico y reconocer las imperfecciones que se presentan en la ganadería lechera, en cuanto a la relación industria – ganadero. En la mayoría de los casos, existen acuerdos de palabra, basados en la costumbre y tradición, pero altamente vulnerables a la problemática descrita anteriormente, cuando se presentan las “enlechadas” y se deja de recoger leche en el campo. Entonces, ¿cuál es la solución?

El sector lácteo colombiano requiere de una Política Láctea, cuyo primer elemento es la definición de los contratos de proveeduría entre industria y ganaderos, formalizando así la relación contractual entre las partes y generando confianza entre los eslabones productor y procesador. Debemos llegar a garantizar la compra del 100% de la leche producida en el país, incentivando la formalización, la tributación y la mejora de las condiciones laborales en el campo.

Siendo este el primer paso de una nueva Política Láctea, se requiere definir los tres siguientes, y que guardan estrecha relación con el primero: mejora de la competitividad y reducción de costos de producción (se necesitará una metodología para definir el precio de compra de los volúmenes de leche adicionales que entren al circuito formal); incremento de la cobertura de los programas de leche social –a nivel del ICBF, alcaldías, etc.–; y el posicionamiento de las exportaciones lácteas nacionales.  

Este planteamiento no estará exento de polémica. Los grandes productores de leche del país no le verán utilidad a la Política Láctea, pues su producción tiene la compra asegurada, y el valor de sus tierras –cercanas a las principales capitales– crece a un ritmo especulativo y distorsiona la expectativa de beneficio esperado con la producción de leche. Los contratos de proveeduría y la garantía de compra de la leche colombiana beneficiarán al pequeño productor, y le ayudarán a ser parte de un sector lácteo moderno, incluyente y creciente.     

La formalización de la relación contractual y la garantía de compra del 100% de la leche producida, constituyen la revolución silenciosa que el sector lácteo necesita para convertirse en la potencia regional que merecemos ser. Este es el tipo de debates que debemos dar como sociedad, en el país que se prepara para el postconflicto.  


Para construir la política láctea


Escribí este artículo como eje central de mi trabajo en Asoleche para 2015. Varios periódicos lo publicaron, entre ellos La República (ver artículo en La República aquí), en diciembre de 2014.


El detonante del Paro Agrario.

Cuando se analiza lo sucedido en las primeras manifestaciones agropecuarias, en junio de 2013, se encuentra que la problemática del sector lácteo jugó un papel decisivo en el desarrollo de los movimientos y levantamientos que meses más tarde serían conocidos como Paro Agrario. Asimismo a nivel de gobierno se generaron una serie de medidas para terminarlo, a través del Pacto Agrario. La eficacia de tales medidas aún es discutida, en cuanto a su impacto en términos de mayor productividad y competitividad del campo. Pero esa es otra discusión, pues la reflexión que aquí se plantea es sobre la problemática sectorial mencionada al inicio de estas líneas.

Se trata de la imposibilidad de absorber el total de la producción de leche por parte de la industria láctea formal. Y esto no es nada nuevo. Es algo que sucede periódicamente de acuerdo al ciclo natural del negocio lácteo; de la producción y su estacionalidad. Luego de los fenómenos climatológicos adversos de los años anteriores –verano intenso en 2010 e inundaciones nacionales en 2011–, el anunciado Fenómeno del Niño se descartó hacia finales de 2012, por lo cual la oferta de leche creció en 2013 y así se consolidó la “enlechada” del año pasado.

Los volúmenes adicionales de producción se quedaron en las fincas de pequeños productores, generando un grave problema social. Adicionalmente las importaciones de lácteos del 2012 se realizaron como previsión industrial frente a un posible desabastecimiento por efectos de verano anunciado. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que dichas importaciones equivalen a menos del 7% del total de la producción nacional de leche.


Limitantes de la regulación y del ciclo productivo.

¿Y por qué sucede todo esto? ¿Por qué no comprar toda la leche que se produce en el país? En primer lugar, hay que tener en cuenta la brecha existente entre compradores formales e informales. Mientras los primeros –industria láctea legalmente establecida, que paga impuestos, contribuciones parafiscales y es sujeto de inspección, vigilancia y control por parte de gobierno– están regulados y deben cumplir con el pago de un precio base, los segundos pueden bajar y subir precios libremente, de acuerdo a la coyuntura del mercado, y sin ningún tipo de control ni sanción en caso de traspasar los límites de la resolución 17 de 2012 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

En segundo lugar, la industria absorbe la oferta de leche fresca que está en capacidad de comercializar en el mercado interno o en mercados de exportación. Si no hay espacio para posicionar los volúmenes adicionales de producción, se procesará la cantidad de leche extra que pueda mantenerse en inventarios, como contingencia pero nunca como solución estructural, por lo cual en cuestión de poco tiempo la “enlechada” se manifestará en el campo.        

Impacto del acopio industrial.

Vale la pena mencionar el esfuerzo que se lleva a cabo para incrementar las compras de leche fresca. La industria láctea compró a productores de leche colombianos 3.291 millones de litros durante el año 2014, lo cual corresponde a un total superior al de 2013 en un 4.72%.  

Es así como año tras año la industria logra formalizar parte de la producción de leche. Sin embargo, para generar un cambio trascendental, que permita la consolidación de un sistema lácteo nacional productivo, competitivo y generador de bienestar y progreso en el campo, se requiere de una política láctea integral, que responda a la problemática del sector, sus ciclos y estacionalidades, y que promueva el desarrollo de nuevos mercados.

Elementos para la Política Láctea.

La leche que se queda en finca en épocas de abundancia, así como la informalidad del mercado lácteo, deben ser vistas como oportunidad de crecimiento para el sector. Se trata de una oferta de leche que, bajo la ejecución de una política láctea integral, permitiría al país posicionarse en mercados de exportación, garantizando la disponibilidad de productos para compradores externos, sostenida en el tiempo y aprovechando el proceso de inserción internacional de la economía colombiana. Porque actualmente las exportaciones lácteas del país son oportunistas, responden a situaciones coyunturales y no tienen continuidad. 

Los elementos para una política láctea integral: en primer lugar, garantizar la absorción industrial de la leche producida en el país, a través de contratos de proveeduría que fortalezcan el vínculo entre productor e industria. En segundo lugar, y directamente relacionado con el anterior, tener un precio de compra para los volúmenes adicionales de producción, con referencia a los precios internacionales más competitivos. Tanto los volúmenes adicionales de la producción como su precio de compra, deberán ser definidos a través de un estudio técnico económico elaborado por un ente imparcial.

En tercer lugar, promover la exportación de los volúmenes de producción adicionales que entren al sistema formal, para consolidar al país como potencia exportadora de leche y derivados lácteos. Aquí debe revisarse la relevancia de las exportaciones a nivel país, mediante alianzas y sociedades de industria y productores de leche. Por último, incrementar el consumo interno a través de programas de alimentación sostenidos en el tiempo, como parte de una estrategia integral de promoción al consumo de leche y sus derivados.

El sector lácteo debe contar con un instrumento de parafiscalidad eficiente, que promueva la mayor productividad del sector y actúe como mecanismo de estabilización de precios y fomento a la exportación. Los recursos parafiscales tienen la naturaleza de recursos públicos, por lo cual su administración debe estar sujeta a los más altos estándares de transparencia.

El actual momento tiene una connotación única para el sector lácteo colombiano. Existen amenazas pero también oportunidades; tenemos falencias en competitividad pero también una cultura ganadera y lechera posicionada a nivel nacional, así como un eslabón industrial que invierte continuamente en tecnología de proceso y desarrollo de productos.

En medio del proceso de apertura comercial en el que nos encontramos hay riesgos, pero asimismo debe verse este momento como la ocasión para dar un vuelco al sector, que genere crecimiento y bienestar en el campo, a través de una Política Láctea Integral que propenda por el desarrollo lácteo en todos los eslabones de la cadena productiva.


sábado, 19 de diciembre de 2015

H.A.S.S.


H.A.S.S. Los hippies adictos sadomasoquistas satánicos era la pandilla juvenil a la cual pertenecía el Niño Rata, personaje de una serie de historietas creada por Diego Patiño a finales de los años noventa. 





Tripperatti


Tripperatti es un track que combina dos de mis intereses musicales a lo largo de tres minutos: afinaciones alternativas en la guitarra y percusiones acústicas y programadas.








Bureta L


A partir de esta entrada publicaré algunos de los trabajos de este año de mi estudio, Logoinvencion, proyecto que navega entre el rock y la electrónica. Este track se llama Bureta L y pertenece al primer género.





viernes, 11 de diciembre de 2015

Evolución del consumo de lácteos en Colombia

Mi artículo publicado en el diario La República del 11 de diciembre de 2015 (ver artículo en LR)

Colombia es un país en el que predomina el consumo de productos lácteos frescos. Las leches líquidas y los quesos frescos como el campesino o el doble crema representan los mayores volúmenes de comercialización de lácteos a nivel nacional. A nivel latinoamericano, Colombia tiene el quinto mayor consumo per capita de lácteos de la región.

El consumo de leches líquidas en Colombia es el segundo más alto de Suramérica, después de Costa Rica. La dinámica interna de la leche larga vida es fundamental para entender este proceso y las cifras así lo evidencian: en el período 2007-2014 la categoría se duplicó, con un crecimiento del 102%.

Los quesos frescos tienen un crecimiento similar en el mismo lapso de tiempo, con un incremento del 105%. Los productos con tendencia negativa son la leche pasteurizada (-53%) y la leche en polvo (-31%), lo cual se explica por la migración del consumo hacia las leches larga vida en el primer caso, y por la llegada de la materia prima importada, para el segundo. 

El consumo industrial de la principal materia prima láctea, proveniente del acopio nacional de leche fresca colombiana, es un indicador relevante del comportamiento del consumo nacional, por lo cual la información suministrada por la Unidad de Seguimiento de Precios (USP) del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) es un instrumento de gran importancia para la política sectorial; dicha información refleja un comportamiento positivo del consumo industrial de leche fresca, producida en el país.

Al normalizar los datos del período comprendido entre los años 2007 y 2014, se encuentra que el acopio industrial creció en un 50% en este lapso de tiempo, mientras que la producción permanece relativamente estable. Esto nos lleva a concluir que el sector lácteo avanza en el proceso de formalización de la producción.

Mientras que el dato de la producción de leche se obtiene una vez al año (a través de la Encuesta Nacional Agropecuaria - ENA), el acopio industrial de leche fresca es monitoreado mensualmente por la USP. Por esta razón, se considera oportuno monitorear el consumo aparente como el resultado de la sumatoria de acopio industrial (A) e importaciones (M) y la resta de las exportaciones (X). De esta forma se obtiene información acerca del consumo aparente en cuanto al sector lácteo formal. El resultado es un incremento del consumo aparente, del orden del 29.8% en el período comprendido entre los años 2010 y 2014.

El comportamiento del comercio exterior cobra importancia en estos años, con exportaciones estacionales y dependientes de instrumentos de política pública para su promoción (compensaciones del FEP y/o apoyos del MADR), cercanas a las 10.000 toneladas (2014), y unas importaciones crecientes en el tiempo, inferiores a 30.000 toneladas (2014), pero que no afectan el crecimiento del acopio de leche producida en Colombia. 

Vale la pena mencionar que el comercio exterior tiene una participación mínima sobre el total de la producción láctea colombiana, de alrededor de 6.500 millones de litros al año, tanto en el caso de las exportaciones (menos del 2%) como en el de las importaciones (menos del 6%) de leche y derivados lácteos. Por lo anterior, se deduce que la dinámica del mercado interno explica el comportamiento positivo ya mencionado de la cadena láctea.

En resumen, el sector lácteo avanza en un proceso de formalización, con niveles de producción relativamente estables, y niveles de acopio y comercialización de productos lácteos crecientes, mientras que la participación del comercio exterior es marginal dado el tamaño del mercado interno. El consumo per cápita global es el quinto mayor de Latinoamérica, sin embargo hay oportunidades para crecer y alcanzar el nivel recomendado por la FAO, de 170 litros.

Consolidar el crecimiento del consumo es una tarea de largo plazo, y va más allá de la publicación de un par de avisos en los periódicos o en las terminales de los aeropuertos, hechos importantes pero insuficientes. En la próxima columna presentaremos algunas recomendaciones para llevar a cabo una estrategia integral de promoción al consumo de leche y sus derivados.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Procesos de paz: de La Uribe a La Habana


Apuntes sobre el tercer módulo del curso de Obra Semana, sobre guerras y procesos de paz.

El conferencista Eduardo Pizarro Leongómez es miembro de una familia interesante y en la que se encuentran importantes burócratas, académicos y revolucionarios. Conoce de primera mano la historia de la guerra y la paz en Colombia, y es un destacado estudioso y autor sobre el tema.

Siendo el conflicto armado interno uno de los nueve más prolongados del mundo, la experiencia en materia de procesos de paz es de igual forma extensa en Colombia. El primer proceso lo inició en 1984 el entonces Presidente Belisario Betancur, con Carlos Lleras Restrepo como primer presidente de la Comisión de Paz, seguido luego de su renuncia por Otto Morales Benítez, quien a su vez dejó el cargo manifestando que existían numerosos "enemigos agazapados de la paz". 

La paz fue el tema central del gobierno de Betancur, buscando terminar el conflicto con el M-19, lo cual lo llevó al enfrentamiento con la cúpula militar, que buscaba la victoria definitiva a través de las armas, al haber sufrido derrotas en múltiples combates con el grupo guerrillero. En este contexto de iniciativa presidencial por la paz, militares en contra de ella y grupos guerrilleros en combate, se da la toma del Palacio de Justicia por parte de la guerrilla y la retoma del ejército. Las heridas de este capítulo de la historia contemporánea siguen abiertas y apenas comienza a conocerse la verdad sobre el sangriento episodio que sucedió hace treinta años.

El modelo de negociación colombiano que inicia en 1984 y continúa hasta la fecha, se caracteriza por ser bilateral, entre el gobierno y un movimiento guerrillero a la vez. Esto conlleva a la existencia de varios postconflictos y al estado de guerra permanente del Estado, que negocia con un grupo, pero sigue en combate con el resto (M-19, EPL, Quintín Lame, etc).

Las características naturales de Colombia definen la problemática y la extensión en el tiempo del conflicto armado. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard ubica a Colombia en el segundo puesto mundial en cuanto a complejidad geográfica, después de Afganistán. Tres cordilleras, diversos valles fluviales y fronteras incontrolables explican esta situación. 

Por otra parte, la autonomía financiera que los recursos ilícitos -drogas, secuestro- otorgan a los grupos guerrilleros, garantiza la continuidad de la ofensiva contra las fuerzas del Estado. En ese orden de ideas, la guerra de guerrillas es interminable en Colombia, dados los aspectos favorables para estas en lo geográfico y lo económico; por su parte, el ejército es capaz de defender las instituciones y las grandes ciudades, pero no lo es de acabar con las guerrillas por la vía del enfrentamiento militar.

Se puede decir entonces que el conflicto colombiano es un conflicto de perdedores, en el cual se presentan las dos condiciones fundamentales para comenzar un proceso de paz exitoso: un empate mutuamente doloroso, y la voluntad política de negociar entre las partes.

En cuanto al orden cronológico de los conflictos, la primera oleada de grupos guerrilleros se originó luego de la revolución cubana y allí se encuentran las FARC, el ELN y el EPL. La segunda oleada apareció luego de la revolución en Nicaragua y es cuando surgen el M-19, el Quintín Lame o el PRT. Mientras que los movimientos de la segunda oleada consiguen acuerdos de paz, los de la primera se quedaron en la guerra de forma indefinida. 

Con las FARC se han realizado cinco procesos de negociación incluyendo el de La Habana, el cual, si se compara con el que adelantó Andrés Pastrana en San Vicente del Caguán, puede considerarse viable. "Si uno hace todo lo contrario a lo que hizo Pastrana en el Caguán, acierta", dijo Pizarro.

El proceso actual de negociación con las FARC tiene avances significativos y según el conferencista, sus líderes ya "quemaron las naves" pues destaparon sus cartas políticas. Sin embargo, las trabas en el punto de justicia y reparación de víctimas, así como los actos saboteadores que puedan presentarse por parte de los enemigos del proceso, constituyen riesgos que no se pueden menospreciar. 

El papel de la Corte Penal Internacional (CPI) representa un problema mayor para la negociación. Si bien el gobierno de Álvaro Uribe desmovilizó a los grupos paramilitares dentro del período de gracia de siete años previo a la entrada en vigencia de la jurisdicción de la CPI en Colombia, las FARC no contarán con esa favorabilidad y la Corte podría obstaculizar lo acordado en La Habana. 

Vale la pena tener en cuenta el estigma internacional de la CPI, que es visto como un organismo blanco que castiga a países africanos y a sus líderes, por lo cual existe presión por "desafricanizar" sus investigaciones, y el conflicto más antiguo en la lista de pendientes de la Corte es, para nuestra mala suerte, el colombiano.

Las FARC lograron financiamiento para su actividad guerrillera al relacionarse con el cultivo y comercialización de drogas, y ejecutando delitos como el secuestro y la extorsión. Lo que no visualizaron es que por lo primero se enfrentarían a la justicia de Estados Unidos y por lo segundo a la CPI.

La verificación internacional al cumplimiento del acuerdo puede ser una salida al problema de la intervención internacional. Colombia busca la de la ONU, las FARC proponen la inaceptable compañía de Unasur, y Pizarro propone a Holanda, inteligente opción para hacer un contrapeso a la CPI.

En un probable escenario de postconflicto después de La Habana, surgen preguntas como ¿cuál será la sanción a la cúpula de las FARC? ¿cómo evitar el surgimiento de FARC-crims? o ¿cómo evitar que los desmovilizados entren a las filas del ELN? ¿a quién se entregan las armas y qué se hace con ellas? 

Las respuestas se deben dar en el capítulo DDR del acuerdo, es decir, desmovilización, desarme y reintegración. El reto consiste en crear aproximadamente 40.000 roles de vida nuevos para los guerrilleros y sus familias. La modernización del campo es vital en el proceso, de tal forma que se generen redes de profesionales y microempresas agrarias que ofrezcan oportunidades de empleo a los desmovilizados. 

De igual manera se necesitarán planes para reacomodar en la economía a un ejército con 250.000 integrantes. Aquí la labor de formación del Sena cobra importancia, al igual que la cooperación con los cascos azules de la ONU, en donde se podría continuar prestando un servicio en las regiones conflictivas del mundo.

Sobre la refrendación de lo que se acuerde en La Habana, dice Pizarro que el referendo es la vía del fracaso, por su complejidad y la división interna hacia el proceso causada por la posición al respecto de Álvaro Uribe. Ya que el gobierno entiende este problema, el camino a seguir es el de las facultades extraordinarias para el Presidente, que permita la expedición de un decreto con fuerza de ley, y la creación de una comisión legislativa especial, para aprobar el referendo simplificado o plebiscito.

Por último, queda analizar el tema de los tiempos para el proceso. El del gobierno, que dura cuatro años. Y el de las FARC, eterno como la insurgencia. El primero juega contra las próximas elecciones, con un voto rural donde los terratenientes están sobrerepresentados y un voto urbano en el que reina la abstención. 

El segundo corre sin prisa para la entrada a la política de los guerrilleros. ¿Y cómo juega aquí el ELN? Su entrada al proceso de La Habana será como el vagón más lento que resta velocidad al tren, tomando las palabras de Chucho Bejarano.

El camino es tortuoso y los obstáculos múltiples para alcanzar la paz. El proceso de negociación no solamente es el del gobierno con la guerrilla: es también el del gobierno con la fuerza pública, con los empresarios, con la opinión, con la comunidad internacional. Sin embargo la estructura del proceso de La Habana es sólida, como nunca antes se había logrado, y en eso radica la esperanza de los que soñamos con un país en paz, abierto e inclusivo.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una revolución pendiente


La pelea entre el sector del azúcar y el gobierno se desarrolla en varios frentes: uno, mediante la investigación de la Superindustria por prácticas restrictivas de la competencia y la imposición de barreras al libre comercio por parte del gremio de los ingenios y sus asociados; dos, en el Mincomercio a través de la elaboración de un decreto para reducir el arancel a la importación de azúcar; tres, en el Minsalud que prepara medidas para fomentar la alimentación saludable, a través de impuestos a las bebidas de alto contenido calórico -léase azucaradas, como las gaseosas- y cuatro, en los medios de comunicación, donde los empresarios acaparan las primeras páginas. 

El propietario de un importante ingenio lo es también de una cadena de radio y televisión a través de la cual da la batalla y mientras tanto, ataca el proceso de paz con las Farc al mejor estilo ultraconservador y apocalíptico (Ver más al respecto en Paz agridulce). 

Meses atrás, el congreso anual de los productores de azúcar fue el escenario en el que se planteó el enérgico rechazo del sector a los procesos regulatorios adelantados por entidades del gobierno y en contra de la producción de azúcar. Los dirigentes del sector manipularon hábilmente a la base trabajadora, para culpar al sector público por la situación actual del negocio de la caña. 

Lo del Congreso cañero se trató de una manipulación, ya que el motivo que agrupó a los trabajadores en el congreso fue el acceso limitado que tienen a la seguridad social, dada su vinculación laboral a través de cooperativas de trabajo asociado, engendro jurídico que beneficia las finanzas del empleador y resta cobertura al trabajador. Esa era la solicitud de los trabajadores, y los jefes supieron desviar la atención hacia el enemigo externo que no permite mejorar las condiciones -incluso las laborales- del sector: el gobierno y su estrategia de persecución al azúcar.

Peor aún, los dirigentes de la izquierda se sumaron al plan, al alinearse en el interés compartido con los empresarios de cuestionar y hacer oposición a gobierno, pero desconociendo la ventajosa posición que tiene el azúcar en Colombia, a través de numerosos instrumentos de política pública estructurados para su apoyo -fondo de estabilización de precios, aranceles altos, subsidios a la producción- y que contrastan con las precarias condiciones laborales que este sector ofrece a los campesinos.

La situación sirve para pensar sobre una necesidad de la base de trabajadores en el campo -y también en la ciudad-, la cual es sencilla y de ninguna forma cuestionable: el acceso a la seguridad social. En un país como Colombia, con sus niveles de pobreza y desigualdad, una revolución pendiente y que brilla por su ausencia en los discursos electorales, es aquella por la cual se garantice el acceso universal a la seguridad social, -salud, pensión, riesgos profesionales- y con estándares de calidad que generen bienestar para la población.    

Esta es una idea radical para mejorar el bienestar en el país, a partir de la formulación de una política pública -acceso integral a la seguridad social- y del compromiso de los empleadores en generar puestos de trabajo acordes a la política. Cuántos problemas se ahorraría el país si se generaran condiciones justas para los trabajadores. No es nada diferente a cumplir la ley que se aplica para unos pocos.


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viernes, 30 de octubre de 2015

Conflicto armado y paz en los últimos 50 años.


¿Conocer la historia u ocultarla?

Darío Acevedo, profesor universitario, y León Valencia, analista, politólogo y autor colombiano, presentaron las exposiciones acerca del conflicto armado y la paz en Colombia durante los últimos 50 años, dentro de la segunda sesión del curso de historia de Obra Semana sobre conflicto armado y procesos de paz. La jornada fue estructurada para presentar el debate entre dos posiciones ideológicas sobre el tema y sus respectivas metodologías para abordarlo (o para no hacerlo).

El profesor Acevedo envió un escrito previo a la sesión titulado “La chispa que no encendió la pradera”, fechado en noviembre de 2014. En el documento se desconocen las causas objetivas de la violencia, es decir los factores sociales, económicos y políticos que la ocasionaron y que diversos estudios y autores han planteado a lo largo de los últimos cincuenta años; explica entonces el origen del conflicto armado del siglo XX, como un resultado exclusivo de la influencia del movimiento comunista mundial y de la revolución cubana. A la pregunta de qué había sucedido en Marquetalia, en su contexto social, económico y político, el profesor Acevedo se limitó a responder que allí había un líder del partido comunista conocido como “Tirofijo”.

Inició su exposición el señor Acevedo refiriéndose a cuatro puntos sobre la temática, sin una estructura precisa pero con un claro enfoque ideológico: uno, no hay acuerdo entre los historiadores sobre las raíces de la violencia, por lo cual no aborda el tema (¡horror!); dos, el problema político – militar en cuanto a las condenas a integrantes de la fuerza pública, injustas desde su punto de vista, pero sin mayor detalle del argumento a favor de los mismos; tres, alcances de la justicia que se aplicará para los guerrilleros que dejen las armas, cuestionando así la propuesta de justicia transicional; y cuatro, una perspectiva negativa de la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en La Habana, al tratarse de la quinta vez que el gobierno intenta llegar a un acuerdo con este grupo guerrillero.

En su exposición –por fortuna corta– Acevedo culpó al líder asesinado Manuel Cepeda, de llamar a usar todas las formas de lucha en la causa del partido comunista y las guerrillas. La contundencia de sus afirmaciones contrastó con la precariedad de sus argumentos, y dejo la impresión de que con un discurso basado en autoridad y afirmaciones categóricas, se quisiera evitar la profundización en el problema del conflicto armado y sus causas. Si bien su argumento acerca del desacuerdo entre los historiadores sobre el origen del conflicto puede ser cierto, resulta extravagantemente pobre que en su exposición no se exponga el legítimo debate entre los estudiosos, para responsabilizar así al fenómeno revolucionario cubano como único causante del conflicto interno colombiano.

En la segunda parte de la sesión, León Valencia centró su exposición en las causas del conflicto desde el punto de vista social, económico y político, con un primer elemento fundamental: el problema agrario. Colombia tiene el índice más alto de concentración de la tierra en el mundo, lo cual significa que el modelo agrario es uno feudal, que se quedó siglos atrás en el tiempo y peor aún, que se agravó en los últimos años.

Para entender el conflicto de los últimos cincuenta años se requiere estudiar la reforma agraria propuesta por el presidente López Pumarejo (1934-1938)  –quien entendió el problema rural como amenaza para el Estado- y la respuesta por parte de sus opositores: la violencia conservadora cuyo resultado fue la concentración aún mayor de la propiedad de la tierra. En el contexto de años de violencia partidista y los posteriores arreglos de sus dirigentes para terminarla con la creación del Frente Nacional, surgieron movimientos campesinos como el de Marquetalia, el cual dio origen a las FARC. El discurso del entonces senador Álvaro Gómez en contra de lo que él llamó las “repúblicas independendientes” presionó al presidente Guillermo León Valencia a atacar Marquetalia y darle así inicio al enfrentamiento con este grupo de campesinos que se convirtió luego en grupo guerrillero.

De esta forma el primer acto de las FARC fue desarrollar un programa agrario, de acuerdo al primer elemento –problemática– fundamental. Según Valencia, es poca cosa lo que aquí se pide por parte de las FARC en el actual proceso de negociación: ¡el cumplimiento de la ley de la reforma agraria! Con la implementación de la ley no habría lugar al conflicto armado, en particular en lo referente a las zonas de reserva campesina.

El segundo elemento del conflicto es la inclusión política, o mejor dicho su ausencia. Si bien el Frente Nacional logró terminar con la violencia partidista, restringió los canales de participación democrática para otras fuerzas. Belisario Betancur entendía ese problema y la perversa interacción que comenzaba a gestarse entre conflicto armado y narcotráfico, por lo cual inició el proceso de paz con las FARC que llevó al nacimiento de la Unión Patriótica (UP), movimiento que fue sistemáticamente eliminado con el asesinato de sus líderes: congresistas, alcaldes, diputados, concejales y candidatos presidenciales.

Cuenta Valencia que los 125 municipios donde la UP había logrado cargos de elección pública, son los mismos de mayor dimensión del conflicto actual, y que con el asesinato de Manuel Cepeda se inició el período más sangriento del conflicto en Colombia, comprendido entre 1995 y 2005. Durante esos diez años se presentó el mayor número de víctimas y desplazados de los últimos cincuenta, lo cual está documentado en distintas investigaciones. Es en este mismo periodo cuando el fenómeno paramilitar tuvo su mayor expansión, con el apoyo de dirigentes de las esferas política y económica del país, y llegó a tener amplia representación política en todos los niveles de la democracia colombiana.

El proceso actual de negociación con las FARC se da gracias a que el gobierno de Álvaro Uribe logra debilitar a la guerrilla desde el punto de vista militar, siendo así la negociación el único camino viable para finalizar la guerra. Según Valencia, la paz del gobierno Santos es la única posible y lo que se está discutiendo en La Habana no es nada diferente a hacer cumplir la ley de la reforma agraria y garantizar la inclusión política, evitando la sangrienta experiencia de la UP.  Colombia será un país diferente cuando deje de justificar sus crímenes con los que ha cometido las FARC, concluye Valencia.

Importante reflexión, pues en un conflicto tan largo y degradante, la combinación de todas las formas de lucha se puede encontrar en cada uno de los frentes involucrados. En medio del proceso actual de negociación de paz, el gran reto para el país consiste en desprenderse de la visión maniquea del conflicto, donde existe una distinción categórica entre bien y mal enfrentados, para reconocer así nuestra compleja situación en la que los dos principios se interrelacionan.


Si la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas publicó un volumen de más de 800 páginas, titulado “Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, con la participación de autores de diferentes corrientes –dos de los cuales estarán en las próximas dos sesiones de este curso de Obra Semana– y en el cual se encuentran trabajos rigurosos desde el punto de vista metodológico para entender el origen del conflicto en Colombia, hay un fundamento contundente acerca de las causas objetivas del conflicto, para disgusto de algunos pero para el bien de un país que necesita conocer la verdad sobre la guerra, los excesos, víctimas y victimarios de los dos frentes.

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lunes, 26 de octubre de 2015

El fin de la histeria y el último chiste


Imagen de cicero.de

Este escrito trata acerca de un payaso con fama. Uno que sabe poner títulos atractivos a sus obras superficiales, para venderlas al desprevenido y bajo el auspicio del gobierno de Estados Unidos. Su nombre es Francis Fukuyama.

A inicios de la década de los 90 causó revuelo su artículo titulado "El fin de la historia y el último hombre". Lo dicho anteriormente, el título era prometedor y los estudiantes nos intrigábamos con él.

En "el fin de la historia", Fukuyama utiliza los planteamientos de Hegel sobre la lucha por el reconocimiento como el motor del desarrollo humano, y se atrevió a concluir que la máxima evolución social alcanzada por el hombre se encuentra en la sociedad norteamericana, dadas sus bondades del libre mercado y de la democracia en el país. Por lo tanto, lo que vendría después del engendro gringo, sería la aburrida repetición de los hechos ya alcanzados antes en Estados Unidos. Ese es el fin de la historia y el comienzo de la histeria existencial, en el desafortunado caso de aprobar este planteamiento de propaganda disfrazada de ciencia política.

El origen del autor explica la orientación de sus planteamientos. Nacido en Chicago y de ascendencia japonesa, es graduado de la universidad de Cornell y obtuvo su título de doctor de la universidad de Harvard. Fukuyama es miembro directivo de distintas organizaciones para el diálogo democrático en Estados Unidos, y ha sido funcionario del gobierno, a través del Consejo Presidencial sobre Bioética y del equipo de planeamiento político del Departamento de Estado.

En ese orden de idas, los problemas del tercer mundo o el conflicto oriente - occidente son irrelevantes, por no mencionar el calentamiento global o el desarrollo sin sostenibilidad (explotación de recursos) que avanza sin frenos por Suramérica y África, temas estos últimos que ni siquiera figuran dentro de la argumentación.

La inestabilidad mundial en la década siguiente a la publicación de "el fin de la historia" demuestra cuán equivocado estaba Fukuyama: la guerra contra el terrorismo y el 9-11, las invasiones a Irán y Afganistán, la primavera árabe, la guerra en Siria, y el conflicto Israel - Palestina, en medio de todo lo anterior, son los ingredientes del cóctel que el mundo bebe a diario, al borde de caer muerto por intoxicación.

Las promesas del nuevo boom económico, los BRICS, tiemblan al caer los precios de las materias primas, ya que China baja el ritmo de crecimiento y por ende el de la importación de estas; queda en evidencia su debilidad y el parecido con nuestras banana republics, cuya vida depende de la exportación de uno o dos productos sin valor agregado.

La crisis financiera de finales de los 2000 es otro asunto que le propinó un gancho de izquierda en la mandíbula a "el fin de la historia", pues los abusos desatados por el exceso de confianza en la libertad del mercado, llevaron al estallido de las burbujas inmobiliarias y a la ejecución de prácticas despreciables desde las más respetadas instituciones financieras del mundo, buena parte de ellas hoy desaparecidas por causa de su actuación.  

En medio del convulsionado contexto mundial actual, Fukuyama ataca de nuevo con un nuevo chiste (obra) titulado "orden político y decadencia política". Se le habrán bajado los zumos para elaborar titulares vendedores, pero se le reconoce la honestidad en presentar un trabajo flojo con un título de igual característica, y en el que aborda los problemas que ignoró en "el fin de la historia".

En la entrevista concedida a El Tiempo en el pasado mes de septiembre y con ocasión de su visita a Colombia, se puede comprobar que la superficialidad de Fukuyama sigue latente, con un conjunto de lugares comunes y verdades a medias acerca de la política mundial: aquellas teorías que gustan en Washington para ser usadas como sedantes ante la incapacidad para encontrar soluciones reales a los problemas mundiales. 

(Ver entrevista aquí)

Lo único que se puede rescatar de Francis Fukuyama es un libro titulado "trust" en el cual realiza una completa investigación acerca del capital social. El resto, no deja de ser un mal chiste.

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sábado, 17 de octubre de 2015

Rancid: honor, conocimiento y anarquía


Foto tomada de www.mtv.com 

En los primeros años noventa había bandas de rock de culto y de las cuales solo se podía saber de su existencia por el voz a voz entre amigos, pues no había otras fuentes disponibles para conocer lo que sucedía en el underground rockero; aún no se masificaba internet, las revistas de música se centraban en el heavy metal, y a los medios locales les importaba un pepino el asunto.

Siendo así, los pequeños grupos de amigos rockeros –aquellos parias que no bailábamos merengue en las fiestas por cuestión de principios– se convertían en élites que monopolizaban el conocimiento del estado del arte de la música: bares alternativos, la moda, que pasaba por la camisa escocesa, las botas grulla de punta de acero y el pelo largo –hasta donde la autoridad escolar lo permitía–  y por supuesto, las bandas que había que oír; entre ellas la principal era Operation Ivy, que ya había desaparecido al final de los 80, dejando un limitado legado de pocos demos y un solo álbum grabados, junto con una recopilación de 27 canciones, publicada al final de la banda. Los demos eran imposibles de conseguir, ni siquiera por encargo a algún distribuidor en EEUU, y la recopilación, aparecía un par de veces al año en la Musiteca de la calle 19 o en la del parque El Virrey, también por encargo. Soy uno de los afortunados que aún conserva una copia de la edición de Lookout Records con los 27 éxitos de la poderosa banda del underground californiano, que fusionó el punk con el ska y elementos del rock n roll.


Tim Armstrong (guitarra y voz) y Matt Freeman (bajo y saxofón) se hicieron populares con Operation Ivy, tanto que decidieron acabar la banda cuando comenzaban a pasar del underground al mainstream, y en los años noventa conformaron Rancid, al inicio en formato trío junto con el baterista Brett Reed, y luego ampliaron la formación a cuarteto con la entrada de Lars Frederiksen en guitarra y voz. En sus veinticuatro años de historia, Rancid ha continuado la línea del punk iniciada en los días de Operation, fusionando la simplicidad del género de origen británico con ritmos como ska, reggae y hardcore. Sus primeros tres álbumes Rancid (1993), Let´s go (1994) y …and out come the wolves (1995) resaltan por su estilo melódico y los coros emotivos. Time bomb fue la canción más popular y un hit radial que todavía se oye en emisoras de rock. Maxwell Murder, el primer corte de …and out…, incluye el famoso solo en el bajo de Matt, en una muestra de su virtuosismo y con el walking bass que es la columna vertebral de este poderoso animal anarquista y oriundo de Berkeley.


Después de unos primeros años noventa de prolífica actividad de producción discográfica y giras, la banda comenzó a tomar tiempo entre sus álbumes, abriendo espacio a más experimentación sonora y colaboración con músicos de diferentes géneros. Life won´t wait (1998) fue el último trabajo de la década y en los años 2000 publicaron el álbum homónimo (2000), al cual le siguieron Indestructible (2003) y Let the dominoes fall (2009), del cual se destaca el track Last one to die.

En 2014 Rancid presentó su octavo trabajo de estudio, …honor is all we know, fiel a su línea musical y a su independencia, a través de contratos discográficos con casas pequeñas, como Epitaph –sello propiedad de Mr. Brett de Bad Religion– o Hellcat Records, filial de la primera. En este disco queda claro que la banda no ha perdido la habilidad de expresar sus ideas en menos de tres minutos, siguiendo el ejemplo de los neoyorquinos The Ramones. El track de apertura, Back were I belong, contiene la energía necesaria para superar la depresión del lunes en la mañana, actitud que también se encuentra en Raise your fist, mientras que la onda ska clásica de la banda está presente en Evil´s my friend. La canción que da nombre al disco resumen los elementos fundamentales de la banda: rapidez punk –dos minutos de duración–, punteos de rock n roll y coros electrizantes.   


En su más reciente gira, Rancid celebró el aniversario número veinte de …and out come the wolves, tocándolo por completo. Las presentaciones de septiembre pasado en el auditorio Terminal 5 de Nueva York han demostrado el poder que conserva la banda, cuyos miembros cuentan con treinta años de historia, desde sus primeros días de Operation Ivy: un tiempo nada despreciable para el estilo de vida punk. Como dirían los Sex Pistols, ¡Dios salve a la reina! ¡Dios salve a estos anarquistas!

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jueves, 15 de octubre de 2015

La ficción de la participación indebida en política



En El Espectador de hoy se encuentra como noticia principal, a la polémica desatada por cuenta de los indicios de participación indebida en política del Vicepresidente Vargas Lleras y del Ministro Cristo, al entregar importantes obras de infraestructura en el caso del primero, y orientar el debate electoral hacia el apoyo del proceso de paz en el segundo. Todo lo anterior, en vísperas de las elecciones locales.

La participación indebida en política es un concepto inaplicable y mojigato. La función de los altos ejecutivos del gobierno es fundamentalmente política, pues su carrera se construye en el terreno de la política, son elegidos gracias a los méritos obtenidos en ella, y sus actos tienen impacto sobre los distintos niveles de la sociedad a través de decisiones e instrumentos de política pública. Pensar que en Colombia un acto público carezca de implicaciones electorales es desconocer la realidad del debate público, así guste o no.

Es ingenuo considerar a los actos de gobierno como hechos exentos de repercusiones en los distintos ámbitos de la sociedad. Si el gobierno realiza obras, y las entrega bien hechas, es justo que por ello se obtengan réditos en términos de opinión favorable y visibilidad en los medios y redes sociales. Ese es el juego de la política.  

El escenario que plantea la regulación de la participación en política es ideal para la oposición –de nuevo derecha e izquierda unidos en exótica pareja, como se mencionó en Paz Agridulce–, que encuentra en este debate munición infinita para atacar al gobierno, gracias al concepto efímero de dicha norma. Esto conlleva a la parálisis del estado en épocas preelectorales, razón por la cual se dejan de atender los distintos compromisos de gobierno, por temor a la intervención de los entes de vigilancia y control.

Una actitud de avanzada para la oposición, sería la de cuestionar las obras o acciones en su carácter particular –impacto social, ambiental, costo-beneficio– y no en la vaga generalidad respecto a supuestas acciones indebidas. Esto llevaría a un ejercicio técnico y profundo del debate, y permitiría al electorado tener mayor nivel de información sobre las opciones disponibles para su voto.

Lo peor del asunto son las implicaciones en cuanto a la negociación política por debajo de cuerda y la corrupción a la cual esta conlleva. Si no se puede hacer política abiertamente, se realizará por otros medios, seguramente nada transparentes, dándole así cancha al clientelismo y a todo tipo de malas prácticas. Aquí se aplica el mismo incentivo perverso del prohibicionismo hacia el consumo de alcohol o drogas: la actividad continúa y se fortalece en las sombras, creando monstruos peores a los que se pretendía combatir.


En un país como Colombia, con pésima infraestructura vial y un conflicto armado de más de cincuenta años, es válido que el debate electoral incluya acciones como las que se anuncian por estos días, en términos de mejorar la competitividad del país y acercarnos a la reconciliación nacional, a través del tortuoso camino que se recorre en La Habana.

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lunes, 12 de octubre de 2015

Reflexión fascista



La noción más popular acerca del fascismo es la que se refiere a los movimientos nacionalistas que surgieron en Europa –particularmente en Italia, Alemania y España– en la primera mitad del siglo veinte, y que finalizaron luego de la derrota que sufrieron en la segunda guerra mundial, con la excepción del fenómeno español que continuó hasta las últimas décadas del mismo siglo. En cualquier caso, las clases de historia presentan al fascismo como un fenómeno del pasado.

Sin embargo la realidad es diferente y las ideas de extrema derecha resurgen con facilidad y en distintos rincones del planeta, lo cual lleva a pensar que el fascismo nunca murió, sino que se adaptó a una primera fase de ocultamiento y renovación, para continuar luego con su causa cuando la coyuntura fuera propicia para tal fin.

Cuando el desenlace de la Segunda Guerra Mundial era evidente y su destino en contra de los intereses alemanes e italianos, tuvo lugar la migración de miles de ciudadanos de estos países, civiles y militares, hacia el cono sur americano. En este orden de ideas, Juan Domingo Perón planteó abiertamente su simpatía con el proyecto nazi, manifestando que “los juicios de Nuremberg eran una infamia”. Durante su mandato, Argentina recibió a antiguos oficiales del ejército alemán, funcionarios del servicio secreto de la SS, así como a técnicos y científicos relacionados con el Tercer Reich.

No solo estaba de por medio la afinidad ideológica de Perón con los nazis, sino también la oportunidad de fortalecer a la industria militar y al sector económico argentino en general, gracias al liderazgo científico y la tecnología de los fugados europeos; una vez establecidos en Argentina, estos personajes dieron inicio al boom de la exportación suramericana de materias primas hacia Europa, incluso hacia la Alemania que se recuperaba gracias a la cooperación financiera norteamericana del Plan Marshall.     

Existen diversos estudios y publicaciones acerca de la extracción de Alemania de los líderes nazis, para ser llevados a Argentina y reubicados con nuevas identidades, garantizando así su supervivencia y la continuación de su lucha, en términos de la controversial obra de Adolf Hitler. El gobierno suizo apoyó al argentino en dicha causa, permitiendo que los alemanes llegaran ilegalmente al país más neutral del mundo, e incluso el Vaticano otorgó protección a altos mandos del nacional socialismo.

Una interesante teoría –por ahora de carácter literario– plantea que Mussolinni no murió abaleado junto con su amante Clareta Petacci, sino que aquel era su doble. El verdadero líder logró huir con ayuda de la Santa Sede y con destino final a la Argentina, gracias al pacto de los servicios secretos de occidente (Stay Behind), preocupados por el inicio de la guerra fría y el avance comunista de la Unión Soviética y sus satélites alrededor del mundo, razón por la cual tendrían al Duce como as bajo la manga para un eventual resurgimiento del proyecto de extrema derecha, y enfrentar así la revolución que se lideraría desde Moscú.

La tarea de investigar los crímenes nazis en la Alemania de la postguerra se vio truncada por la división del país entre los hasta entonces países aliados, con sus consecuentes jurisdicciones y tribunales independientes. Por otra parte, la teoría de la “culpa colectiva” alemana en el holocausto de judíos, europeos orientales y disidentes del régimen, es el escudo de defensa perfecto para los nazis directamente involucrados, pues los exonera de su responsabilidad individual. Entre los fugados a Suramérica y los que se quedaron en Europa, reubicados y con nuevas identidades, el proyecto fascista sobrevivió.   

Lo que aquí se encuentra no es solo el resultado de un plan delicadamente estructurado, al estilo de la mejor historia de novela policíaca; por el contrario, se trata de algo mucho más sencillo y relacionado con el espíritu humano: el debate inacabable entre ideas liberales y conservadoras. E hilando más delgado, entre ideas del amplio espectro de la derecha: el conflicto entre el fascismo y el bloque conformado por la Europa occidental y Estados Unidos, puede entenderse como la contraposición de las ideas de extrema derecha del primero, con las de una derecha moderada en el segundo, siendo este conflicto el causante de la Segunda Guerra Mundial.   

Vale la pena traer este debate en el actual contexto de recesión económica mundial, caldo de cultivo de los proyectos de extrema derecha. Por fortuna, hasta ahora sus líderes caen por su propio peso dado el ridículo al que se exponen a diario en medios y redes sociales. Sin embargo, el riesgo está presente, y algún día tendrán a un dirigente más capaz y maquiavélico.


La crisis migratoria ejemplifica las dos posiciones encontradas en la disyuntiva ideológica: un gobierno alemán que evita repetir los errores de la historia al culpar al extranjero –migrantes africanos– ofreciéndole ayuda, y al otro lado del Atlántico una fuerza radical conservadora norteamericana, representada en el Tea Party y en algún multimillonario republicano, que encuentra en Suramérica al chivo expiatorio de sus males.

Al tratarse de ideas en contraposición eterna, hablando de los enfoques liberal y conservador, es importante no perder de vista el problema del fascismo, que no hace parte del pasado sino que todo lo contrario, continua vigente a nivel mundial. 

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sábado, 10 de octubre de 2015

Mi vida por un simple acorde

Black Rebel Motorcycle Club: Live in Paris (2015).

Foto de www.willieworld.com

El inicio del siglo XXI ha sido referenciado por muchos críticos como época perdida del rock n roll; una era dominada por la música electrónica, la crisis de la industria discográfica y la decadencia de los gigantes de la década pasada. No se puede olvidar que en los años noventa presenciamos el auge y caída del grunge de Seattle con Nirvana a la cabeza, así como el del britpop con Oasis y The Verve en sus respectivos lugares. También vimos a un Bono cada vez más gordo que luego crearía un fondo especulativo de inversión llamado Elevation.

Sin embargo el género siguió adelante y los años 2000 dieron lugar a nuevos e interesantes sonidos, que se encuentran en matices tales como la neo psicodelia, post rock, noise rock o el doom de Chicago. El trío californiano de los Black Rebel Motorcycle Club (BRMC) es un producto sonoro del nuevo siglo, con fuertes raíces en los clásicos británicos de los setentas y noventas, y un motor constante de innovación en estos primeros quince años del milenio.

La exploración de sonidos y creación de atmósferas complejas para cada canción es un aspecto llamativo en una banda compuesta por solo tres integrantes: Robert Levon Been (bajo, voz y guitarra), Peter Hayes (guitarra y voz) y Leah Shapiro (batería). Sus trabajos de estudio son un banquete sonoro de principio a fin, llenos de texturas y juegos de delay y reverberación, así como de infinitos estilos de distorsión de la guitarra y bajo eléctrico; todo acompañado de una percusión sencilla y directa. Esta es la estructura del sonido del club de rebeldes, que para el nombre de la banda tomaron el de la pandilla de Marlon Brando en la película The Wild One (1953).

En el 2015 los BRMC presentaron su noveno álbum –siete de estudio, dos en vivo–, grabado y filmado en París. La puesta en escena conlleva riesgos asociados con la diferencia entre la versión de una canción que el oyente tiene en su casa –grabación de estudio, con todos los recursos de producción disponibles–  y la que se escucha en un concierto –el amplificador es lo único que separa al músico del oyente–  y esta es la razón por la que miles de bandas fracasan en las giras, o tienen que acudir al despreciable recurso de la pista. Nada de esto sucede con los BRMC y es emocionante encontrar que la maravilla del detalle de su sonido puede apreciarse en vivo, en formato power trio.

En la primera parte de Live in Paris, los BRMC interpretan su álbum de 2013 Specter at the feast, completo y en el mismo orden de la versión de estudio. Siendo Specter un álbum melancólico, ese es el mood característico al inicio del concierto. Fire Walker estremece de principio a fin con el bajo distorsionado de Robert, el delay infinito en la guitarra de Peter, y la voz que sigue a la percusión de Leah:

Your love was always yours to give, or start another war
But you're always wounded perfectly for what you're livin' for
Your eyes have wept a thousand tears, you've never needed mine
The crime is never what you steal, but what you leave behind

El segundo corte es Let the day begin, cover de la banda ochentera The Call, y de la cual era líder Michael Been, padre de Robert. Michael fue una figura importante en la historia de los BRMC, al apoyar por años la producción del sonido en vivo de la banda, hasta el momento de su muerte por un paro cardíaco en el backstage. Al inicio de la banda permitió que Peter viviera en su casa junto con Robert, ayudando así al joven guitarrista a superar una etapa tormentosa de su vida. Let the day begin es una canción alegre al estilo de la banda –léase con dosis suficiente de oscuridad–  con un papel determinante de la percusión de Leah Shapiro: la más bonita baterista del rock y quien se recupera de un tumor cerebral que por fortuna fue encontrado a tiempo.




En Lullaby la ausencia del bajo –Robert pasa a la segunda guitarra– es casi imperceptible gracias a ese sonido cuidadoso del trío, en modo de balada. Hate the taste, Rival y Teenage disease, son las canciones poderosas, rápidas y agresivas de Specter at the feast y por lo tanto también de esta parte inicial del concierto.

En la segunda parte de Live in Paris, los BRMC repasan los éxitos de sus 15 años de carrera, alternando temas acústicos con distorsionados de los trabajos anteriores a Specter at the feast: BRMC (2001), Take them on, on your own (2003), Howl (2005), Baby 81 (2007) y Beat the devil´s tattoo (2010). Solo queda por fuera del repaso el álbum instrumental The effects of 333 (2008), por consideración a quienes no hayan oído aun a The Residents ni a Einstürzende Neubauten.

Spread your love, Stop, Berlin y Whatever happened to my rock n roll pusieron a saltar al teatro Trianon de París. Vale la pena recordar que en el 2003 los BRMC fueron apodados como “la banda que rompió el piso”, ya que en la parada de la gira británica del 2003 en el Leeds Town Hall, el concierto fue suspendido a la mitad, pues las autoridades temieron que el edificio del siglo XIX se derrumbara.

Los Black Rebel Motorcycle Club han seguido el camino difícil de la honestidad y la independencia. En algún momento de su historia comenzaron los coqueteos con las grandes disqueras pero por fortuna esos acercamientos terminaron como los rebeldes tienen que hacerlo: con un NO rotundo. De ahí en adelante han publicado sus álbumes con sellos independientes e incluso a título propio, como en el caso de The effects of 333, que solamente se distribuyó a través de descargas desde su sitio web. Su espíritu rebelde y descomplicado contrasta con la perfección de su sonido. Larga vida a los BRMC.

I fell in love with the sweet sensation
I gave my heart to a simple chord
I gave my soul to a new religion
Whatever happened to you?
Whatever happened to our rock'n'roll?


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