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viernes, 1 de abril de 2016

Lejos del blog...No way, punk


La última entrada de este blog la publiqué en enero, cuando presenté el trabajo resultante de las sesiones de grabación con Felipe Nicholls, amigo y bajista exitoso con varios proyectos de tango en Lyon.

Después de eso me dediqué un par de semanas a rehacer la mezcla de los tres temas de la sesión de enero, y de otros tres temas que había grabado antes pero que no lograba terminar. Descarté una de las tres canciones de la segunda tanda y completé un EP de cinco tracks. Hice un nuevo proceso de masterización y pensé que ya era hora de publicar el nuevo trabajo.




Se titula "No way, punk", es un trabajo instrumental y experimento con sonidos de las guitarras eléctricas, incluido el bajo, en tres tracks interpretado por Felipe (otraparte, star y doomy), y en los otros dos (San Andrés y Freaky Hippie) por mí, al igual que todas las guitarras y programaciones.

Publiqué "No way, punk" el 22 de febrero de 2016 y está disponible en Spotify, Apple Music, Google Play, Tidal y Deezer. También está en YouTube, en el canal Jamm Tv.




La foto de portada del disco la tomé en Chicago en diciembre, cuando fuimos a visitar a mi hermana, mis papás y yo. Al fondo se ven los rascacielos del centro de la ciudad, en primer plano una carrilera y vagones abandonados por la construcción del Millenium Park, que se ve a los extremos de la foto.


Una vez terminado No way, punk, comencé a trabajar en un segundo EP con un enfoque mucho más electrónico: un disco sin guitarras, pensé, para tener el reto de componer y producir sin mi instrumento de cabecera. 

No lo logré al 100% pero la presencia de cuerdas será mínima en este trabajo. En este momento estoy en la mezcla del disco, y luego vendrá el master. Espero terminar todo para finales de abril. De golpe antes. 

Tengo una nueva cuenta de mi proyecto musical, Jamm, en Twitter y en Instragram  (@jammsolo en ambas) y un fanpage en Facebook: facebook.com/jammfanpage/




lunes, 18 de enero de 2016

Sesiones con Felipe Nicholls - Enero 2016





Felipe Nicholls es un músico colombiano y residente en Lyon. Contrabajista clásico, metalero radical y recientemente miembro de un colectivo de tango de Lyon cuyas giras pasan por Europa y América del Sur.

Somos amigos del colegio, y comenzamos a hacer música al mismo tiempo. Yo recibí la primera guitarra a los 14, cuando éramos fanáticos de Iron Maiden. Insiste en que aclare que todavía es fanático de Maiden.

Grabamos las dos piezas siguientes el 8 y 10 de enero, en una jam session de guitarra, bajo y batería. Otraparte y Doomy. 






miércoles, 13 de enero de 2016

¿Cómo elevar el consumo de lácteos?


Artículo publicado por el diario Portafolio el viernes 7 de enero de 2016. Es la segunda parte del que escribí a finales de 2015, sobre análisis del consumo de lácteos en Colombia.

(ver artículo en Portafolio aquí)

En estos días están de moda las mal llamadas campañas de promoción al consumo de lácteos, y digo mal llamadas pues se limitan a la publicación de un número limitado de avisos en medios masivos, sin una estrategia integral que los respalde y que garantice que los cuantiosos recursos invertidos tengan un resultado real, medible y que cumpla con el objetivo fundamental perseguido con este tipo de iniciativas: la mejor alimentación de los colombianos a través del incremento en la comercialización de los volúmenes de leche y sus derivados al interior del país.

No es la intención de este escrito desacreditar la importancia de la publicidad en las campañas de promoción al consumo. Por el contrario, esta es de vital importancia dentro de las estrategias de comunicación de las empresas, y su inversión corresponde a decisiones que han sido estudiadas por técnicos y expertos que buscan optimizar el resultado de esas inversiones. Desafortunadamente, las iniciativas de promoción al consumo de leche surgen de discusiones coyunturales como las que se dan en los momentos de sobreoferta del alimento, y se pierde la reflexión estratégica que llevaría a la construcción de fuertes cimientos que garanticen su éxito en el largo plazo.

Para incrementar el consumo se requiere de un horizonte de tiempo de años, no de meses ni mucho menos de días. Conocer a los consumidores y sus necesidades, a través de estudios que permitan desarrollar acciones particulares tanto hacia el interior de la cadena de valor –ganaderos e industriales lácteos– como hacia las diferentes audiencias y grupos de interés relacionados, es un proceso de largo plazo y que debe tener metas concretas y medibles en el tiempo. Así lo han hecho colegas de la producción agropecuaria que tienen experiencias exitosas que contar.

Este es el caso de la porcicultura colombiana. Muchos crecimos oyendo una serie de mitos acerca de los peligros de la carne de cerdo, algunos fundamentados y otros –la mayoría– sin ningún sustento. Sin embargo, en las conversaciones familiares estos argumentos tenían peso a la hora de escoger la fuente de proteína animal, privilegiando a las carnes rojas. El sector porcicultor entendió hace varios años los peligros a los que se enfrentaba en este contexto y tomó decisiones, algunas de ellas con un gran costo político, para salir adelante y cambiar la imagen sectorial gracias a un proceso de transformación y mayor productividad.


Los llamativos comerciales que promueven el consumo de carne de cerdo se acompañan de otras acciones igual de importantes: la formalización efectiva de los productores –para garantizar la inocuidad de los productos de cerdo–, esquemas asociativos e integradores de los eslabones de la producción –que permiten la reducción de costos de producción y por lo tanto menores precios de venta– y la inversión eficiente de los recursos parafiscales del sector en beneficio de toda la cadena de valor. Mucho que aprender en la ganadería de carne y leche de origen bovino.

Los logros alcanzados por la porcicultura colombiana son espectaculares en los últimos años, mientras que los mitos asociados con el consumo de carne de cerdo han perdido validez y los colombianos disfrutan de una opción nutritiva, saludable y económica en sus productos.

La pregunta clave aquí, es ¿cómo incrementar el consumo per cápita de leche y sus derivados? Una estrategia en este sentido debe tener en cuenta alianzas público privadas, visión de cadena y de largo plazo. Se requieren de millonarias inversiones para el desarrollo de categorías, por lo cual la elaboración de la estrategia debe corresponder a un proceso de formulación riguroso desde el punto de vista técnico. Cinco elementos a considerar para la estrategia:

1.    Calidad: productos lácteos en óptimas condiciones de calidad, que ofrezcan nutrición y salud al consumidor. Con niveles de informalidad del 50% en la producción de leche, aquí hay un reto enorme.

2.    Precio favorable respecto a la competencia representada en este caso, por las otras fuentes de proteína animal. Se requieren esquemas asociativos y alianzas que permitan la reducción de costos de producción a lo largo de la cadena de valor.

3.    Logística de distribución, que garantice el acceso a los productos lácteos a lo largo y ancho del país. Es un asunto relevante al considerar los canales de comercialización tales como las tiendas, que suman más de 400.000 a nivel nacional, y en las que se negocia el 60% del total de la venta de lácteos.

4.    Comunicación: presencia en medios de comunicación, masivos y alternativos, a través de una agenda que promueva el incremento del consumo.

5.    Por último, innovación, que permita el desarrollo de productos lácteos de acuerdo a las necesidades del consumidor y generando valor a lo largo de la cadena productiva.

Una estrategia exitosa de promoción al consumo debe partir del análisis exhaustivo de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas de la cadena de valor, para que con las acciones en términos de comunicación y relacionamiento con las distintas audiencias se obtengan resultados que justifiquen la inversión que la iniciativa requiere. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

Lip


Este track es un jam para un cuarteto de rock, con guitarras que pasan por el funk y sonidos más heavy.







El espinoso tema del lactosuero


Un dolor de cabeza. El tema del suero, que es el liquido que queda al producir queso, y su mal uso en Colombia es eso para mi gestión. Demandas contra mis asociados, mala propaganda y competencia salvaje hay alrededor del asunto. Escribí este artículo en el 2012 luego de participar en un congreso en Uruguay en el que expertos hablaban de las posibilidades de generar valor agregado y nutrición -incluso superior a la que ofrece la leche- a partir de productos del suero de leche. La publicación en La República es de junio de ese año (ver artículo aquí).


Lo curioso del caso es que mientras el lactosuero -subproducto de la elaboración del queso- crece a nivel mundial con una infinidad de usos y desarrollo de novedosos productos, en Colombia ciertas voces se han levantado en contra de este insumo, propiciando la satanización del asunto y condenando a todos los productos que contengan el ingrediente. Para el bien de productores, comercializadores, consumidores y autoridades, es hora de dar un debate serio y desapasionado sobre el producto lácteo con mayor crecimiento a nivel mundial, y por qué no, en nuestro país.

El lactosuero no solo hace parte de la composición de distintos derivados lácteos, sino que se trata de un insumo requerido por distintas industrias del sector de alimentos, entre ellas las de panadería, chocolatería y galletería; bebidas energéticas, refrescantes y diversos alimentos funcionales, también cuentan con la presencia del satanizado componente. Por la existencia de tantos usos, junto con las nuevas tendencias y exigencias del consumidor, se explica el crecimiento mundial en el consumo de lactosuero.

¿Y qué sucede entonces en Colombia?
Existe un vacío normativo que deja en el limbo reglamentos técnicos de suma importancia para que tanto productores, como comercializadores y consumidores, tengan claridad sobre los productos que se están desarrollando y llevando al mercado.

Es importante que se expida a la mayor brevedad el decreto de reglamento técnico de derivados lácteos, incluyendo los usos legítimos del lactosuero; porque hay otro tema diferente y de ninguna manera aceptable, que es la adulteración de la leche, situación común dentro de la informalidad que afecta a la cadena láctea. Entendiendo que hay dos situaciones diferentes, no es correcta la satanización del insumo que, como lo presentó Rabobank en su informe, tiene el mayor potencial de crecimiento a nivel mundial.

En países en vía de desarrollo se ha logrado combatir el mal de la desnutrición con productos lácteos que contienen lactosuero, dando así una solución a los problemas de hambre para las poblaciones más vulnerables. Claro, todo esto requiere de un entorno normativo establecido y de conocimiento de todas las partes.

Mayor información, claridad y una justa regulación es lo que necesita este espinoso asunto. Pero no más satanización ni juicios apresurados de valor sobre un ingrediente con gran potencial de desarrollo.

Antecedentes
El lactosuero no solo hace parte de la composición de distintos derivados lácteos, sino que se trata de un insumo requerido por distintas industrias del sector de alimentos, entre ellas las de panadería.

La revolución silenciosa


Este artículo es la segunda parte del anterior sobe la política láctea. Como su nombre lo dice, el contenido es poderoso y logró sacudir a varios líderes, que luego se opusieron al planteamiento. La República lo publicó en marzo de este año (ver artículo en La República aquí).

El campo colombiano está atrapado dentro del círculo vicioso causado por la imprevisión ante los retos que año tras año se presentan, y que condicionan el ciclo productivo de la actividad agropecuaria. El fenómeno de las heladas es recurrente a inicios de año y ya es costumbre oír a productores y a líderes tanto públicos como privados en estos días, solicitando ayudas, créditos, etc., para apaciguar los efectos del tradicional fenómeno climático. Y además viene el Fenómeno del Niño: otro desastre anunciado y para el cual no estamos preparados.

En el sector lácteo sucede igual. Los mencionados factores climatológicos, así como las temporadas de lluvias, definen el ciclo productivo, y no contamos con los instrumentos de política para anticiparnos a los problemas anunciados con meses e incluso años de anticipación.

Una vez se presentan las temporadas de lluvia, la producción de leche crece de manera significativa en las ganaderías menos tecnificadas –que son la mayoría del total nacional– y la industria formal solo es capaz de acopiar la leche que puede comercializar. Recordemos que la industria láctea está regulada en materia de precios mínimos de compra de leche: de esta forma, cuando la oferta de leche crece, el precio de compra debe mantenerse estable y en contra de la lógica económica.

Desde el punto de vista de la demanda, es difícil encontrar compradores para los volúmenes adicionales de producción en el mercado social o aumentar las exportaciones, válvulas de escape del sector en épocas de sobreproducción: los programas de leche escolar se interrumpen en las vacaciones y lo mismo sucede con el abastecimiento de leche y productos lácteos para las poblaciones más vulnerables. En cuanto a la exportación, no tenemos precio y quedamos fuera de competencia frente a nuestros socios comerciales, como es el caso de Argentina, Chile y Uruguay.

Así es como nuestro círculo vicioso lleva la leche que se queda en finca a manos de la informalidad –donde se disminuye drásticamente el precio de compra de la leche, pues aquí no hay ninguna regulación que valga– o a las carreteras del país, como pudimos verlo en las primeras manifestaciones del paro agrario. La problemática láctea jugó un papel definitivo en las protestas a mediados del año 2013.

Dentro de este análisis es fundamental ser crítico y reconocer las imperfecciones que se presentan en la ganadería lechera, en cuanto a la relación industria – ganadero. En la mayoría de los casos, existen acuerdos de palabra, basados en la costumbre y tradición, pero altamente vulnerables a la problemática descrita anteriormente, cuando se presentan las “enlechadas” y se deja de recoger leche en el campo. Entonces, ¿cuál es la solución?

El sector lácteo colombiano requiere de una Política Láctea, cuyo primer elemento es la definición de los contratos de proveeduría entre industria y ganaderos, formalizando así la relación contractual entre las partes y generando confianza entre los eslabones productor y procesador. Debemos llegar a garantizar la compra del 100% de la leche producida en el país, incentivando la formalización, la tributación y la mejora de las condiciones laborales en el campo.

Siendo este el primer paso de una nueva Política Láctea, se requiere definir los tres siguientes, y que guardan estrecha relación con el primero: mejora de la competitividad y reducción de costos de producción (se necesitará una metodología para definir el precio de compra de los volúmenes de leche adicionales que entren al circuito formal); incremento de la cobertura de los programas de leche social –a nivel del ICBF, alcaldías, etc.–; y el posicionamiento de las exportaciones lácteas nacionales.  

Este planteamiento no estará exento de polémica. Los grandes productores de leche del país no le verán utilidad a la Política Láctea, pues su producción tiene la compra asegurada, y el valor de sus tierras –cercanas a las principales capitales– crece a un ritmo especulativo y distorsiona la expectativa de beneficio esperado con la producción de leche. Los contratos de proveeduría y la garantía de compra de la leche colombiana beneficiarán al pequeño productor, y le ayudarán a ser parte de un sector lácteo moderno, incluyente y creciente.     

La formalización de la relación contractual y la garantía de compra del 100% de la leche producida, constituyen la revolución silenciosa que el sector lácteo necesita para convertirse en la potencia regional que merecemos ser. Este es el tipo de debates que debemos dar como sociedad, en el país que se prepara para el postconflicto.  


Para construir la política láctea


Escribí este artículo como eje central de mi trabajo en Asoleche para 2015. Varios periódicos lo publicaron, entre ellos La República (ver artículo en La República aquí), en diciembre de 2014.


El detonante del Paro Agrario.

Cuando se analiza lo sucedido en las primeras manifestaciones agropecuarias, en junio de 2013, se encuentra que la problemática del sector lácteo jugó un papel decisivo en el desarrollo de los movimientos y levantamientos que meses más tarde serían conocidos como Paro Agrario. Asimismo a nivel de gobierno se generaron una serie de medidas para terminarlo, a través del Pacto Agrario. La eficacia de tales medidas aún es discutida, en cuanto a su impacto en términos de mayor productividad y competitividad del campo. Pero esa es otra discusión, pues la reflexión que aquí se plantea es sobre la problemática sectorial mencionada al inicio de estas líneas.

Se trata de la imposibilidad de absorber el total de la producción de leche por parte de la industria láctea formal. Y esto no es nada nuevo. Es algo que sucede periódicamente de acuerdo al ciclo natural del negocio lácteo; de la producción y su estacionalidad. Luego de los fenómenos climatológicos adversos de los años anteriores –verano intenso en 2010 e inundaciones nacionales en 2011–, el anunciado Fenómeno del Niño se descartó hacia finales de 2012, por lo cual la oferta de leche creció en 2013 y así se consolidó la “enlechada” del año pasado.

Los volúmenes adicionales de producción se quedaron en las fincas de pequeños productores, generando un grave problema social. Adicionalmente las importaciones de lácteos del 2012 se realizaron como previsión industrial frente a un posible desabastecimiento por efectos de verano anunciado. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que dichas importaciones equivalen a menos del 7% del total de la producción nacional de leche.


Limitantes de la regulación y del ciclo productivo.

¿Y por qué sucede todo esto? ¿Por qué no comprar toda la leche que se produce en el país? En primer lugar, hay que tener en cuenta la brecha existente entre compradores formales e informales. Mientras los primeros –industria láctea legalmente establecida, que paga impuestos, contribuciones parafiscales y es sujeto de inspección, vigilancia y control por parte de gobierno– están regulados y deben cumplir con el pago de un precio base, los segundos pueden bajar y subir precios libremente, de acuerdo a la coyuntura del mercado, y sin ningún tipo de control ni sanción en caso de traspasar los límites de la resolución 17 de 2012 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

En segundo lugar, la industria absorbe la oferta de leche fresca que está en capacidad de comercializar en el mercado interno o en mercados de exportación. Si no hay espacio para posicionar los volúmenes adicionales de producción, se procesará la cantidad de leche extra que pueda mantenerse en inventarios, como contingencia pero nunca como solución estructural, por lo cual en cuestión de poco tiempo la “enlechada” se manifestará en el campo.        

Impacto del acopio industrial.

Vale la pena mencionar el esfuerzo que se lleva a cabo para incrementar las compras de leche fresca. La industria láctea compró a productores de leche colombianos 3.291 millones de litros durante el año 2014, lo cual corresponde a un total superior al de 2013 en un 4.72%.  

Es así como año tras año la industria logra formalizar parte de la producción de leche. Sin embargo, para generar un cambio trascendental, que permita la consolidación de un sistema lácteo nacional productivo, competitivo y generador de bienestar y progreso en el campo, se requiere de una política láctea integral, que responda a la problemática del sector, sus ciclos y estacionalidades, y que promueva el desarrollo de nuevos mercados.

Elementos para la Política Láctea.

La leche que se queda en finca en épocas de abundancia, así como la informalidad del mercado lácteo, deben ser vistas como oportunidad de crecimiento para el sector. Se trata de una oferta de leche que, bajo la ejecución de una política láctea integral, permitiría al país posicionarse en mercados de exportación, garantizando la disponibilidad de productos para compradores externos, sostenida en el tiempo y aprovechando el proceso de inserción internacional de la economía colombiana. Porque actualmente las exportaciones lácteas del país son oportunistas, responden a situaciones coyunturales y no tienen continuidad. 

Los elementos para una política láctea integral: en primer lugar, garantizar la absorción industrial de la leche producida en el país, a través de contratos de proveeduría que fortalezcan el vínculo entre productor e industria. En segundo lugar, y directamente relacionado con el anterior, tener un precio de compra para los volúmenes adicionales de producción, con referencia a los precios internacionales más competitivos. Tanto los volúmenes adicionales de la producción como su precio de compra, deberán ser definidos a través de un estudio técnico económico elaborado por un ente imparcial.

En tercer lugar, promover la exportación de los volúmenes de producción adicionales que entren al sistema formal, para consolidar al país como potencia exportadora de leche y derivados lácteos. Aquí debe revisarse la relevancia de las exportaciones a nivel país, mediante alianzas y sociedades de industria y productores de leche. Por último, incrementar el consumo interno a través de programas de alimentación sostenidos en el tiempo, como parte de una estrategia integral de promoción al consumo de leche y sus derivados.

El sector lácteo debe contar con un instrumento de parafiscalidad eficiente, que promueva la mayor productividad del sector y actúe como mecanismo de estabilización de precios y fomento a la exportación. Los recursos parafiscales tienen la naturaleza de recursos públicos, por lo cual su administración debe estar sujeta a los más altos estándares de transparencia.

El actual momento tiene una connotación única para el sector lácteo colombiano. Existen amenazas pero también oportunidades; tenemos falencias en competitividad pero también una cultura ganadera y lechera posicionada a nivel nacional, así como un eslabón industrial que invierte continuamente en tecnología de proceso y desarrollo de productos.

En medio del proceso de apertura comercial en el que nos encontramos hay riesgos, pero asimismo debe verse este momento como la ocasión para dar un vuelco al sector, que genere crecimiento y bienestar en el campo, a través de una Política Láctea Integral que propenda por el desarrollo lácteo en todos los eslabones de la cadena productiva.


sábado, 19 de diciembre de 2015

H.A.S.S.


H.A.S.S. Los hippies adictos sadomasoquistas satánicos era la pandilla juvenil a la cual pertenecía el Niño Rata, personaje de una serie de historietas creada por Diego Patiño a finales de los años noventa. 





Tripperatti


Tripperatti es un track que combina dos de mis intereses musicales a lo largo de tres minutos: afinaciones alternativas en la guitarra y percusiones acústicas y programadas.








Bureta L


A partir de esta entrada publicaré algunos de los trabajos de este año de mi estudio, Logoinvencion, proyecto que navega entre el rock y la electrónica. Este track se llama Bureta L y pertenece al primer género.