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domingo, 5 de agosto de 2007

Una canción de la oscura ciudad


Oscura Ciudad está disponible como descarga en www.myspace.com/singolservin

Otra mañana de resaca. Y no cualquier mañana. Es domingo. Son las nueve de la mañana en mi reloj despertador que ahora está en el piso y desde hace dos semanas me da la hora con veinte minutos de retraso. O sea que son las nueve y veinte de la mañana. Me levanto y no me siento borracho. La lucidez vuelve a mi cabeza y dentro de poco comenzará ese dolor de cabeza y tembladera que me acompañan en mi cama todas las mañanas de domingo.

Pero este momento es mágico. Me encanta este estado mental y la extrema sensibilidad de cada parte de mi cuerpo. Pienso claramente pero conservo el me-importa-un-culismo de la noche anterior, y la anterior a esa noche, cuando comenzó la fiesta al salir de la casa de Laura. Qué pesadilla ver de nuevo a Laura, con su séquito de amigas suyas (amantes mías) restregando en mi cara a sus nuevos novios y yo solo, sin ninguna de ellas.

Es tiempo de coger la guitarra. Mi pulso no funciona bien, pero aún así tomo fuerzas, me siento en el piso, enciendo el laptop y comienzo a grabar una guitarra con distorsión, la guitarra líder que acompañará a los fraseos en guitarra acústica que grabé el viernes antes de salir a casa de Laura. Aun me pregunto por qué decidí ir a esta reunión. Supongo que estar sin ella sigue siendo fatal para mí. Deseaba verla, aun sabiendo que no volvería a pasar nada entre nosotros. Quería demostrarle de lo que se estaba perdiendo al hacerme a un lado de su vida. Nada menos cierto. Laura se ve tan bien que todos están de acuerdo en que terminar conmigo fue la mejor decisión que pudo haber tomado.

Porque las decisiones se toman. Seguir tomándolas.Tomé todos los whiskys que pude en casa de Laura, asaltando al mesero cada vez que pasaba a mi lado. Me emborraché solo, compartiendo vagos diálogos con viejos conocidos que pasaban a mi lado. Me aseguré de terminar con las reservas de alcohol de la casa y cuando Laura le dijo al oído a su novio, lo suficientemente fuerte como para que yo también oyera, que las bebidas habían terminado y era hora de ir a algún bar, decidí salír a caminar. Sin despedirme de nadie me escabullí por la puerta de atrás y comencé a andar y rodar por la montaña hasta llegar a la avenida principal, muy abajo de la cima coronada por la torre de diez niveles en cuyo último piso un desconocido besaba a mi novia. Era algo que tenía que pasar. Me lo venía buscando desde hacía mucho tiempo. Laura me soportó demasiado. Y así es como me encuentro en la vía principal, solo, cansado de andar y con ganas de seguir bebiendo y tener sexo.

Así que manos a la obra. Tomo un taxi y en el camino voy recordando lugares que solía visitar. Amigas a las que hace meses no llamo y que espero me reciban y me den algo de beber. Luego de tres intentos sin respuesta renuncio. Le digo al taxista que se detenga y me deje en la quince. Me bajo del taxi y casi caigo en la acera al tropezar con un bolardo. Un hombre de chaqueta negra y muchos volantes en sus manos se acerca y me pregunta qué deseo: perico, cerveza, chicas. Quiero chicas esta noche, le respondo. Me invita a seguirlo a un bar.

Pierdo la noción del tiempo. Abro los ojos y veo mi reflejo en un espejo en el techo. Siento mi cabeza a punto de explotar. Los blancos y delgados brazos de una mujer sobre mi pecho. No recuerdo quién es. Se ha dado cuenta de que desperté y voltea su cara hacia mí. Mientras me acaricia veo su cara, su capul de pelo negro que me lleva la mirada a la esquina de la habitación donde se encuentran sus botas negras de cuero con taches. Ahora recuerdo lo que pasó anoche. Cuando entré al bar vi en la barra a una mujer blanca, muy flaca, de pelo negro largo, capul perfecta, blusa y pantalón negros, y las mismas botas que logro ubicar en este cuarto al que no sé aun cómo llegué.

Si algo me puede enloquecer en una mujer es ese look punk. En efecto enloquecí. Aparecen flashes en mi mente de una botella de ron a la mitad, caricias en mi vientre, risas y alabanzas de ella por los UK Subs, mías por los Sex Pistols y Live in the Prison, y malidiciones comunes por todo el neopunk y esa mierda prefabricada que unió al pop con el rock n roll de la decadencia inglesa de finales de los setenta. Ella me besa y yo le digo algo al oído. Ella me mira a los ojos, sonríe y acepta con un movimiento de cabeza. Es hora de irnos.

He estado con ella desde el amanecer hasta ahora, final de la tarde del sábado según el reloj de la tele, y no pienso irme de aqui. Mi cabeza me lo impide. Además de la resaca siento el dolor, en mis brazos y piernas, propio del esfuerzo físico de una noche de lujuria. Enciendo un cigarrillo y me siento satisfecho, hasta que aparece en mi cabeza ese nombre que me atormenta y no me deja estar en paz. Laura. Entonces decido mandar a la mierda su recuerdo, mis temores, mi debilidad, y continuar con la acción con mi chica de capul negra. Luisa.

Y así seguí durante todo el sábado. Ahora vuelvo al domingo. A otra mañana de resaca. Mi escaso pulso en la guitarra no es gratuito. El dolor de cabeza que ahora sí ha comenzado tampoco. Anoche tomé otra botella de ron mientras decidía terminar con mis recuerdos de Laura. Me queda poco de intelecto antes de caer como un vegetal y no ser capaz de nada más que ver alguna porquería en la tele. Algo que no me haga pensar mucho. Entonces es momento de parar de escribir y tocar. La guitarra me lo pide.


Oscura Ciudad está disponible como descarga en www.myspace.com/singolservin

2 comentarios:

Alexandra Barreto dijo...

udes la verga J.Andres
como ese escrito
guahs q impacto
besitos

Anónimo dijo...

Hey!
deberia estar trabajando... por leer tu blog. ahora tengo mucho q hacer. me entretuvo. sabes, creo q todos tenemos un amigo como lucas. y de alguna manera se les tiene aprecio. a tu manera. a la de cada uno. pero se le tiene.