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viernes, 30 de octubre de 2015

Conflicto armado y paz en los últimos 50 años.


¿Conocer la historia u ocultarla?

Darío Acevedo, profesor universitario, y León Valencia, analista, politólogo y autor colombiano, presentaron las exposiciones acerca del conflicto armado y la paz en Colombia durante los últimos 50 años, dentro de la segunda sesión del curso de historia de Obra Semana sobre conflicto armado y procesos de paz. La jornada fue estructurada para presentar el debate entre dos posiciones ideológicas sobre el tema y sus respectivas metodologías para abordarlo (o para no hacerlo).

El profesor Acevedo envió un escrito previo a la sesión titulado “La chispa que no encendió la pradera”, fechado en noviembre de 2014. En el documento se desconocen las causas objetivas de la violencia, es decir los factores sociales, económicos y políticos que la ocasionaron y que diversos estudios y autores han planteado a lo largo de los últimos cincuenta años; explica entonces el origen del conflicto armado del siglo XX, como un resultado exclusivo de la influencia del movimiento comunista mundial y de la revolución cubana. A la pregunta de qué había sucedido en Marquetalia, en su contexto social, económico y político, el profesor Acevedo se limitó a responder que allí había un líder del partido comunista conocido como “Tirofijo”.

Inició su exposición el señor Acevedo refiriéndose a cuatro puntos sobre la temática, sin una estructura precisa pero con un claro enfoque ideológico: uno, no hay acuerdo entre los historiadores sobre las raíces de la violencia, por lo cual no aborda el tema (¡horror!); dos, el problema político – militar en cuanto a las condenas a integrantes de la fuerza pública, injustas desde su punto de vista, pero sin mayor detalle del argumento a favor de los mismos; tres, alcances de la justicia que se aplicará para los guerrilleros que dejen las armas, cuestionando así la propuesta de justicia transicional; y cuatro, una perspectiva negativa de la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en La Habana, al tratarse de la quinta vez que el gobierno intenta llegar a un acuerdo con este grupo guerrillero.

En su exposición –por fortuna corta– Acevedo culpó al líder asesinado Manuel Cepeda, de llamar a usar todas las formas de lucha en la causa del partido comunista y las guerrillas. La contundencia de sus afirmaciones contrastó con la precariedad de sus argumentos, y dejo la impresión de que con un discurso basado en autoridad y afirmaciones categóricas, se quisiera evitar la profundización en el problema del conflicto armado y sus causas. Si bien su argumento acerca del desacuerdo entre los historiadores sobre el origen del conflicto puede ser cierto, resulta extravagantemente pobre que en su exposición no se exponga el legítimo debate entre los estudiosos, para responsabilizar así al fenómeno revolucionario cubano como único causante del conflicto interno colombiano.

En la segunda parte de la sesión, León Valencia centró su exposición en las causas del conflicto desde el punto de vista social, económico y político, con un primer elemento fundamental: el problema agrario. Colombia tiene el índice más alto de concentración de la tierra en el mundo, lo cual significa que el modelo agrario es uno feudal, que se quedó siglos atrás en el tiempo y peor aún, que se agravó en los últimos años.

Para entender el conflicto de los últimos cincuenta años se requiere estudiar la reforma agraria propuesta por el presidente López Pumarejo (1934-1938)  –quien entendió el problema rural como amenaza para el Estado- y la respuesta por parte de sus opositores: la violencia conservadora cuyo resultado fue la concentración aún mayor de la propiedad de la tierra. En el contexto de años de violencia partidista y los posteriores arreglos de sus dirigentes para terminarla con la creación del Frente Nacional, surgieron movimientos campesinos como el de Marquetalia, el cual dio origen a las FARC. El discurso del entonces senador Álvaro Gómez en contra de lo que él llamó las “repúblicas independendientes” presionó al presidente Guillermo León Valencia a atacar Marquetalia y darle así inicio al enfrentamiento con este grupo de campesinos que se convirtió luego en grupo guerrillero.

De esta forma el primer acto de las FARC fue desarrollar un programa agrario, de acuerdo al primer elemento –problemática– fundamental. Según Valencia, es poca cosa lo que aquí se pide por parte de las FARC en el actual proceso de negociación: ¡el cumplimiento de la ley de la reforma agraria! Con la implementación de la ley no habría lugar al conflicto armado, en particular en lo referente a las zonas de reserva campesina.

El segundo elemento del conflicto es la inclusión política, o mejor dicho su ausencia. Si bien el Frente Nacional logró terminar con la violencia partidista, restringió los canales de participación democrática para otras fuerzas. Belisario Betancur entendía ese problema y la perversa interacción que comenzaba a gestarse entre conflicto armado y narcotráfico, por lo cual inició el proceso de paz con las FARC que llevó al nacimiento de la Unión Patriótica (UP), movimiento que fue sistemáticamente eliminado con el asesinato de sus líderes: congresistas, alcaldes, diputados, concejales y candidatos presidenciales.

Cuenta Valencia que los 125 municipios donde la UP había logrado cargos de elección pública, son los mismos de mayor dimensión del conflicto actual, y que con el asesinato de Manuel Cepeda se inició el período más sangriento del conflicto en Colombia, comprendido entre 1995 y 2005. Durante esos diez años se presentó el mayor número de víctimas y desplazados de los últimos cincuenta, lo cual está documentado en distintas investigaciones. Es en este mismo periodo cuando el fenómeno paramilitar tuvo su mayor expansión, con el apoyo de dirigentes de las esferas política y económica del país, y llegó a tener amplia representación política en todos los niveles de la democracia colombiana.

El proceso actual de negociación con las FARC se da gracias a que el gobierno de Álvaro Uribe logra debilitar a la guerrilla desde el punto de vista militar, siendo así la negociación el único camino viable para finalizar la guerra. Según Valencia, la paz del gobierno Santos es la única posible y lo que se está discutiendo en La Habana no es nada diferente a hacer cumplir la ley de la reforma agraria y garantizar la inclusión política, evitando la sangrienta experiencia de la UP.  Colombia será un país diferente cuando deje de justificar sus crímenes con los que ha cometido las FARC, concluye Valencia.

Importante reflexión, pues en un conflicto tan largo y degradante, la combinación de todas las formas de lucha se puede encontrar en cada uno de los frentes involucrados. En medio del proceso actual de negociación de paz, el gran reto para el país consiste en desprenderse de la visión maniquea del conflicto, donde existe una distinción categórica entre bien y mal enfrentados, para reconocer así nuestra compleja situación en la que los dos principios se interrelacionan.


Si la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas publicó un volumen de más de 800 páginas, titulado “Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, con la participación de autores de diferentes corrientes –dos de los cuales estarán en las próximas dos sesiones de este curso de Obra Semana– y en el cual se encuentran trabajos rigurosos desde el punto de vista metodológico para entender el origen del conflicto en Colombia, hay un fundamento contundente acerca de las causas objetivas del conflicto, para disgusto de algunos pero para el bien de un país que necesita conocer la verdad sobre la guerra, los excesos, víctimas y victimarios de los dos frentes.

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